2016-09-26

Cómo desarrollar diez hábitos para cultivar el Pensamiento Crítico.

Diez hábitos para cultivar el Pensamiento Crítico (post-512). 

Por Amalio Rey.  

Blog de Amalio Rey. 


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Cómo desarrollar diez hábitos para cultivar el Pensamiento Crítico

En tiempos de Internet, cuando cualquiera publica sin la intervención de editores y la responsabilidad de filtrar pasa a ser totalmente nuestra, es fundamental que se adquieran habilidades para discernir con criterio propio y evaluar la consistencia de los razonamientos a partir de evidencias y no prejuicios, ni falsas suposiciones.


El Pensamiento Crítico no significa, como dice Alfonso Romay, “criticarlo todo”, sino saber detectar dogmas u opiniones infundadas en nuestra forma de pensar y en las de los otros. Todo comienza practicando un sano escepticismo hacia las certezas absolutas y las afirmaciones rotundas; aprendiendo a distinguir los prejuicios y estereotipos del razonamiento basado en evidencias.

El Pensamiento Crítico es una manifestación de integridad intelectual que se cultiva a través de unos hábitos. Estos son algunos de los más importantes según mi experiencia:

1.- Pensar sobre cómo pensamos:


Lo primero es dedicar tiempo a observar cómo pensamos para detectar cuáles son nuestros sesgos más habituales, dónde tendemos a “cojear” para entonces activar mecanismos de corrección.

Esto de pensar-sobre-cómo-pensamos es algo que damos por hecho y que hacemos demasiado poco. Ni en la universidad, que es el sitio idóneo para potenciar esa habilidad, se trabaja eso con la intensidad que se debería.

2.- Contrastar la información:


Ya sabemos que nuestro sistema educativo no hace suficiente hincapié en desmontar la absurda creencia, tan difundida, de que si algo está en Internet, es verdad. Tampoco debería ser suficiente que una persona tenga mucho prestigio o “marca personal” para aceptar lo que diga sin el más mínimo contraste. Incluso diría que a más carisma tenga esa persona, menos hay que bajar la guardia.

Raúl Hernández se quejaba con razón de que “nos creemos cualquier mierda” porque: “Nadie se para a cuestionarse las cosas. Tenemos el dedo rápido para replicar cualquier “información” con un mínimo de verosimilitud (y a veces ese listón lo ponemos muy muy muy bajo), siempre y cuando refuerce nuestras creencias previas. En el fondo da igual si es verdad o es mentira: parece verdad, y coincide con lo que pienso, así que adelante”.

Un tema importante es el de la credibilidad de las fuentes. Hay que exigir que se cite la fuente del estudio de donde salen los datos para poder ir a la fuente original y contrastar datos o examinar la robustez de las conclusiones desde nuestro propio punto de vista.

Es arriesgado e irresponsable hacerse eco de afirmaciones de impacto en la reputación de personas y organizaciones sin contrastar primero la verosimilitud de los datos que se usan como argumento. Y que conste que esto vale tanto para juzgar a los tuyos como a un adversario o a alguien que te cae mal.

3.- Adquirir cultura estadística:


El pensamiento crítico se basa en la evidencia, y ésta en el uso de datos relevantes y fiables. Los datos que se publican tienen un sustrato estadístico que hay que entender para no dejarse engañar.

Por ejemplo, si no entiendes algo tan básico como la diferencia entre media, mediana y moda, y crees que da lo mismo el tipo de promedio que se utilice, entonces no vas a interpretar bien situaciones en las que la distribución no es homogénea como los ingresos. No hablo de dominar complejos modelos matemáticos, que también se usan en estadística, sino de adquirir una educación básica.

Voy a escribir muy pronto un post sobre la cultura estadística y los errores más comunes que cometemos por no formarnos en ella, pero está claro que nos vendría muy bien cultivar una actitud de cuestionamiento crítico a las afirmaciones sin base estadística o hacia los datos mal tratados.

4.- Identificar y minimizar las falacias argumentativas:


Esta es, a mi juicio, de las cosas que más necesitan formación a todos los niveles. Ya contamos con un cuerpo teórico-práctico muy interesante para tipificar los distintos “sesgos cognitivos” o “creencias irracionales” en las que caemos con más frecuencia los humanos.

Se ha avanzado mucho en esto, y yo mismo me descubro cayendo una y otra vez en alguna de esas falacias gracias a que las conozco, y por eso puedo corregirlas. Por eso, insisto, es tan necesario sistematizar alguna formación sobre estas distorsiones del pensamiento, y que se reciba a lo largo de la vida para que nunca se nos olviden.

Tiene un valor tremendo aprender a descubrir esas falacias en uno y en los demás, y creo que es de los hábitos más saludables para la mejora continua del Pensamiento Crítico.

5.- Consultar variedad de fuentes:


Es un hábito muy saludable acostumbrarse a consultar fuentes diversas antes de formarse una opinión propia sobre temas relevantes. Mientras más variadas sean las inclinaciones (por ejemplo, ideológicas) de esas fuentes, mejor, así que es bueno buscar y poner atención en las evidencias y puntos de vista que contradicen a los nuestros.

No despreciar, ni ignorar, las opiniones divergentes. Conocer todas las perspectivas robustece la elección propia.

6.- Identificar los conflictos de intereses:


Voy a detenerme en este punto. Hay mucho publirreportaje camuflado que obliga a estar alertas. Incluso periódicos supuestamente serios como El País se apuntan cada vez más a disfrazar mensajes interesados de sus anunciantes en formato editorial. El famoso “Branded Content”, del que hablé ampliamente en este artículo, es uno de los eufemismos más descarados que se han inventado. Esta práctica crece a medida que los medios están más secos de financiación, así que desconfiar es lo más fiable.

Cuánto me gustaría  a mí que cualquier cosa que se publique incluya una nota al final del texto advirtiendo los posibles conflictos de intereses que puede tener el autor, autora o medio con el tema tratado como se hace en los artículos académicos serios. Pero sabemos que eso no se hace.

Por ejemplo, qué esperarías tú que diga un estudio financiado y publicado por los promotores de viviendas sobre la evolución futura de los precios de las casas, ¿crees que van a decir que los precios van a bajar?.

O qué sentido tiene que los medios de difusión repitan como papagayos, sin matización, ni advertencia alguna, el nombre “Libertad para Irak” que puso el ejército norteamericano a su operación de invasión, como si se tratara de una insignificante denominación militar: ¿Nadie se pregunta en estos medios que el nombre contiene en sí mismo un mensaje que busca quebrar las resistencias éticas a la invasión?

Qué credibilidad puede tener la opinión de la presidenta de la Asociación Española de Anunciantes (AEA) cuando afirma que “suprimir la publicidad de TVE fue un error de una magnitud tremenda” si es que ella representa a los que viven de la publicidad.

En fin, hay conflictos de intereses en todos los sitios, y habitualmente se ocultan. Y no todo es mala fe o mentira deliberada, sino que pueden haber incentivos inconscientes que contribuyan a sesgar el punto de vista. Yo me reconozco un perro sabueso con este tema porque no quiero que me tomen el pelo.

Siempre me pregunto: ¿qué interés personal (o corporativo) puede tener esta persona para defender esa postura con tanta pasión? Y para responder a eso a menudo hay que investigar, cruzar datos y no soltar el hueso hasta que das con la verdad.

7.- Hacerse las preguntas adecuadas:


Muchas veces el pensamiento acrítico obedece a que no nos hacemos las preguntas adecuadas dejándonos atrapar por el paradigma dominante. Un problema aquí es aprender a identificar y cuestionarse las premisas y supuestos que subyacen y condicionan las formas de examinar un determinado problema.

Pensar “fuera de la caja” no es nada fácil, pero hay que intentarlo. Cuestionarse el porqué de las cosas siguiendo el principio socrático es un hábito que hay que alentar y practicar desde niños.

8.- Pensar de forma ordenada:


El pensamiento crítico necesita un método, una disciplina, porque usar atajos suele ser la posición más cómoda y la que más fácil nos lleva al conformismo intelectual. Hay que ser exigentes y disciplinados a la hora de establecer relaciones causales para que se ajusten a la realidad.

La cultura estadística que comenté antes nos enseña, por ejemplo, a entender que “correlación no implica causalidad”, un principio que si se entendiera bien nos salvaría de buena parte de las manipulaciones de las que somos víctimas.

9.- Usar la intuición, pero informada:


Hay que esforzarse en buscar la información relevante que se necesita para poder comprobar la validez de una conclusión. A más rotunda sea una afirmación, más deberíamos contrastarla. No hay que abusar del “sentido común”, ni de la intuición.

En un post que escribí hace algún tiempo (“Ciencia vs. Sentido Común: Todo es obvio si conoces la respuesta”) que reseñaba el libro de Duncan J. Watts, sociólogo de la Universidad de Columbia, “Everything is obvious: How common sense fails us”, recordaba su  tesis principal de que el sentido común está sobrevalorado, y que un uso equivocado de él va en detrimento del pensamiento crítico.

Sé que hay momentos en que hay que echar mano de la intuición, pero me gusta hablar de “intuición informada”, o sea, la intuición entra en juego solo después que has recopilado toda la información posible que pueda ayudarte a hacerte un juicio.

10.- Formarse en el método científico:


Hay que fomentar el pensamiento basado en la evidencia para minimizar la influencia de la subjetividad en nuestros juicios. El método científico ayuda mucho en la búsqueda del rigor.

Por ejemplo, el “principio de reproducibilidad” que dice que un experimento tiene que poder repetirse en lugares indistintos y por un sujeto cualquiera, es una práctica saludable para desmontar tesis pseudo-científicas o fraudes en el uso de los datos.

Toda persona formada en el método científico siempre se hace esta pregunta: ¿cómo se han obtenido esos resultados y qué pasaría si replico el experimento? Sobre esto ya he escrito en este post, que es de mis favoritos: “¿Qué podemos aprender de los científicos?”.

Por terminar.


Nada de eso es suficiente sin humildad intelectual, que es una precondición para no confiar en exceso de nuestras suposiciones. Tenemos que ser capaces de reconocer nuestras limitaciones para esforzarnos en la búsqueda de perspectivas contradictorias o complementarias.

Por Amalio Rey
el 18/09/2016

Amalio Rey.

Director en eMOTools.
Málaga y alrededores, España.
Consultoría de estrategia y operaciones.
Actual: emotools.
Anterior: Universidad Carlos III de Madrid, SOCINTEC.
Educación: Instituto Superior de Relaciones Internacionales.
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Fuente: Blog de Amalio Rey

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