Los grupos intolerantes
Donde
más abunda esto es en los clubes deportivos, en las instituciones
religiosas y en los partidos políticos, donde la presión de un
fanatismo, de un dogma o una ideología fuertemente enraizada entre sus
miembros les permite la pretensión de tener la razón absoluta sobre los
argumentos de los otros.
Por Manuel Gross Osses
Frecuentemente
se habla de la intolerancia de ciertas personas hacia otras que
profesan ideas o poseen atributos distintos. También hay intolerancia
de ciertos grupos u organizaciones hacia las personas que no pertenecen
al grupo o a la institución. Donde más abunda esto es en los clubes
deportivos, en las instituciones religiosas y en los partidos
políticos, donde la presión de un fanatismo, de un dogma o una
ideología fuertemente enraizada entre sus miembros les permite la
pretensión de tener la razón absoluta sobre los argumentos de los otros. Estas tolerancias “externas” son en general relativamente inofensivas, salvo por consideraciones de ética o de moral.
Pero existe otro tipo de intolerancia más dañina, de carácter “interno” en las organizaciones
de todo tipo, que es el rechazo a las ideas o posiciones discrepantes
de algunos de sus miembros, en especial el rechazo a las advertencias
sobre los errores que podría cometer el grupo debido a la
implementación de decisiones no suficientemente evaluadas.
En términos académicos este fenómeno es llamado “group thinking”
o “pensamiento grupal”. Esto sucede fácilmente cuando el grupo está
fuertemente presionado por algunos acontecimientos que impulsan a una
rápida toma de decisiones y/o a una acción inmediata, especialmente si
el liderazgo es fuerte y los miembros del grupo está sólidamente
comprometidos con su organización que creen amenazada por fuerzas
detractoras.
Por ejemplo,
el fracaso del Plan Transantiago es un caso muy repetido de error
debido al pensamiento grupal, donde un proyecto de profundo cambio en
el comportamiento social de los santiaguinos estaba empujado con tal
fuerza por las autoridades políticas del país, que a pesar de las
múltiples advertencias de especialistas externos, ninguno de los
integrantes del grupo que preparaba el plan se atrevió a exponer sus
observaciones, plegándose ciegamente a las instrucciones oficiales de
poner el sistema en marcha aunque todavía no estuvieran listos ni los
programas computacionales ni la infraestructura necesaria.
Lo
importante es conocer los antídotos contra este dañino “pensamiento
grupal”. Lo más básico es aplicar permanentemente los procedimientos de
evaluación de proyectos, aunque sea en forma muy simplificada, para
obtener una visión objetiva de los beneficios y los costos de una
cierta decisión. Segundo, evitar que el líder influya excesivamente con su poder en las opiniones del resto del grupo. Por último, aceptar sanamente las críticas formales de un “abogado del diablo”.
Publicado en el diario El Correo del Lago, de Villarrica, el sábado 6 de octubre de 2007.
Foto: http://www.juntadeandalucia.es/averroes/sanwalabonso/wqyct/ct_racismo/imagenes/conclu.jpg
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