2017-04-06

Cómo trabajar con un jefe indeciso. 6 estrategias de mutuo beneficio.

Cómo trabajar con un jefe indeciso.

Por Isabel Carrasco.

Hablemos de Liderazgo.

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Cómo trabajar con un jefe indeciso. 6 estrategias de mutuo beneficio

Rebecca Knight, en hbr.org del pasado 24 de marzo plantea que los directivos que parece que no saben elegir una línea de acción o que constantemente cambian de opinión pueden ser desesperantes.


Sydney Finkelstein, autor de “Superbosses. How exceptional leaders manage the flow of talent”, mantiene que estos jefes vuelven locos a sus colaboradores porque éstos van a sentir que no tienen marcada una dirección clara y por tanto no van a estar seguros sobre lo que tienen que hacer.

Nancy Rothbard añade que también la reputación de los que trabajan con ellos se va a ver afectada ya que si el jefe no es tomado en serio en la organización por extensión el trabajo de su equipo va a ser visto como ineficiente.

La autora propone una serie de estrategias para hacer frente a un jefe indeciso:

1.- Diagnosticar la situación.


El primer paso que tenemos que dar según Finkelstein es intentar descubrir que es lo que esconde ese comportamiento, para lo cual debemos prestar atención a lo que ocurre en el mundo del jefe porque nos puede dar pistas sobre la razón de su actuación. Tenemos que mostrar empatía y asegurarnos de que no estamos exagerando o malinterpretando la indecisión.

Ésta en algunos casos es necesaria para poder contar con más tiempo para tomar una decisión y analizar mejor los factores que influyen y las alternativas disponibles. Como subordinados no tenemos por qué tener toda la información que tiene el jefe.

2.- Ayudar a que el jefe adquiera confianza en sí mismo.


Si hemos determinado que la raíz del problema es la indecisión del jefe debemos ayudarle mostrándonos muy competentes y leales para aumentar su confianza ayudándole a encontrar el camino. Si la decisión es complicada podemos actuar como tabla de resonancia para que analice los pros y contras de las distintas perspectivas, así como hacer preguntas adecuadas, facilitar datos útiles y relevantes y ofrecer nuestra opinión.

3.- Tomar el control.


Cuando tenemos una opinión muy clara de cuál debe ser la decisión pero nuestro jefe se encuentra inmerso en la parálisis por el análisis debemos elegir un enfoque diferente al recomendado en el apartado anterior ya que darle más datos no tiene por qué ayudarle a seguir adelante. En estos casos hay que ayudarle a organizar la información y después razonar la propuesta que le hacemos.

Puede ser útil, también, el sugerir que delegue en nosotros aunque sea de forma informal, como por ejemplo diciendo que hemos estado dando vueltas al asunto y que pensamos que hay algunas formas de abordarlo y que si nos deja podemos probarlas e informarle de los progresos logrados. De esta forma al hacernos cargo de la situación le liberamos de un peso y supone una oportunidad de desarrollo profesional.

4.- Hablar con el jefe.


Dependiendo de lo receptivo que el directivo sea al feedback podemos intentar mantener con él una conversación honesta y respetuosa sobre cómo su indecisión nos afecta a nivel individual y de equipo. No debe ser agresiva ni buscar la confrontación sino que debe demostrar que nuestras intenciones son buenas, ser constructiva e individual.

No se debe plantear esta conversación si la relación con el jefe no es buena o no muestran una actitud abierta y accesible ya que intentar discutir su indecisión puede ser visto como una actuación agresiva.

5.- Buscar aliados.


Otra forma de intentar acelerar el proceso de toma de decisiones consiste en formar una coalición con profesionales con los que mantenemos una relación razonablemente buena y que tienen influencia sobre nuestro jefe. Al abordarles no debemos quejarnos sino simplemente pedirles consejo sobre qué se puede hacer. Si muchas personas están de acuerdo en una línea de acción a seguir el jefe sentirá que es más fácil tomar una decisión y apoyarla.

6.- Protegerse.


Tener un jefe indeciso no es sólo perjudicial para nuestra productividad cotidiana sino también para nuestra reputación y posibilidades de desarrollo y promoción profesional.

Rothbard recomienda que si llegamos a la conclusión de que la actitud de nuestro jefe está dañando nuestro potencial debemos procurar distanciarnos de él y protegernos de su comportamiento fomentando el establecimiento de nuevas relaciones y realizando networking interno, así como buscar mentores de otras áreas de la organización.

Si el problema persiste puede ser recomendable abandonar el puesto de trabajo y buscar otro.

Publicado por Isabel Carrasco en 15:19
miércoles, 29 de marzo de 2017

Isabel Carrasco González

Médico. Especialista en Medicina del Trabajo, Gestión de Recursos Humanos y Gerencia de Hospitales. Experiencia en gestión de centros sanitarios y en el desarrollo de programas de formación en gestión, calidad, atención al paciente e inspección. El correo de contacto es:isabelcarrascog@gmail.com.
Isabel Carrasco González
Inspector Médico en Consejería Sanidad.
 Madrid y alrededores, España.
 Sanidad, bienestar y ejercicio.
Anterior: Consejería de Sanidad, Agencia "Lain Entralgo", Ministerio de Sanidad.
Educación: Universidad Complutense de Madrid.
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