2018-01-14

Siete claves para reconocer a los trepadores (“trepas”)

El compañero trepa, una especie que no se extingue con el nuevo año

Por Joana Sánchez. 

Pymes y Autónomos.

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Siete claves para reconocer a los trepadores (“trepas”)

Acción y efecto de trepar, al menos es lo que recoge la RAE pero, también: Astucia, malicia, engaño, fraude. Y así es como te sientes cuando empleas tiempo y esfuerzo en realizar un trabajo y ese ser que habita en tu empresa, que se mueve de manera sigilosa entre palabras amables pero vacías de hechos, mueve ficha.


¿Qué es un trepa? Alguien astuto, no lo dudes. Que tiende a tejer a tu alrededor sin que lo percibas una telaraña de amabilidad, de frases extraídas de esas tazas y libretas que todos conocemos pero que a la hora de la verdad no las aplica. Ni con el resto de compañeros ni contigo.

7 pistas para reconocer a un trepa


1. Centro de atención.


Le gustaría haber descubierto la penicilina pero no fue así. Tuvo su momento de gloria pero como esos estudiantes que se acomodan con lo aprendido el año anterior, no hacen nada para mejorar.

Pero en cuanto tienen una oportunidad: hablan de ellos, porque son narcisistas; eso sí evitan mencionarte delante de la persona que sienten que es su objetivo (jefe, superior, cualquiera que pueda ayudar a ascender) aunque tú les hayas apoyado con tu trabajo, al que por cierto han evitado mencionar.

2. Buscan a una víctima que sea fácil de manejar.


Si eres vulnerable, te cuesta decir no o pasas por un mal momento, es fácil caer en los cantos de sirena de estos trepas. Normalmente sus inseguridades las volcarán en ti.

Serán amables, te regalarán los oídos y colmarán de elogios cualquier cosa que hagas. Eso sí, cuando llegue su oportunidad sus promesas de trabajo en equipo, se olvidarán como lágrimas en la lluvia. Y los logros serán sólo suyos. Atención.

3. Seductores de la palabra.


Cuidado con caer en la trampa fácil del piropo. Este tipo de persona es experta en elevar a los altares tus esfuerzos. Te colmará de palabras bonitas, las que considera que necesitas escuchar.

Pero su fin no será otro que el de apropiarse de tu idea para colgarse después la medalla. Tú te quedas con el esfuerzo, con el trabajo en la sombra, y él gracias a muchos fuegos artificiales y ruido, con la palmada en el hombro.

4. Yo.


Es su palabra favorita. Son estupendos. Son buenos. Son generosos. Son amables. Pero si analizamos su comportamiento o lo traducimos en hechos. ¿dónde está esa amabilidad? ¿Y la generosidad?

No te dejes engañar, no quiere que brilles por mucho que te lo repita, tampoco quiere ayudarte. Quiere ayudar al mundo pero al final el único que le interesa es él. Cuando todo le va bien lo publica a los cuatro vientos, eso sí, cuando las cosas fallan acude a ti en busca de desahogo. Sabe que eres prudente y no proclamarás su debilidad.

"La coherencia consiste en hacer lo que se dice, y en decir lo que se piensa o se siente. Es en este último aspecto donde descubrimos a quien no viene de frente"

5. Llevan mal el éxito ajeno.


Suelen estar cerca de los jefes con el objetivo de intentar involucrarse de alguna forma en la toma de decisiones. No les sienta bien que se reconozca la valía de los demás antes que la propia.

Por lo que no dudarán en menoscabar el mérito de otros compañeros que consideren que se pueden interponer en su camino. Si tú eres uno de ellos, huye de una manera elegante y silenciosa siempre y cuando sea posible.

El síndrome de Procusto consiste en desprestigiar, rechazar e incluso despreciar a aquellas personas que no son iguales porque sobresalen en determinado tipo de capacidades, sintiendo las personas que manifiestan este síndrome, miedo a que sean “mejor” que ellos o que “sean superados”

6. Procusto, hijo de Poseidón.


Las personas que padecen este síndrome presentan poca tolerancia a la frustración y baja autoestima. Suelen dudar de sus propias posibilidades, reaccionando de forma aversiva ante aquellas personas que perciben como superiores.

Procusto, también llamado Damastes (‘avasallador’ o ‘controlador’) un nombre que retrata una figura que suele observarse en todo tipo de contextos y resulta nefasta para cualquier organización o sociedad. El síndrome de Procusto se podría resumir en una generosidad mal entendida.

7. Estancados en la mediocridad.


El mediocre teme al que sobresale, pero a la vez es incapaz de hacer algo para sobresalir él sin utilizar el talento de los demás. En Publicidad a este hecho se le llama 'ley del contagio'. Asociamos una cara famosa a un producto.

En el trabajo te puedes topar con alguien que tiene tendencia a rodearse de los más creativos, los más talentosos, pero si escarbamos en su propio trabajo diario, vemos que vive de las rentas y de elogiar al prójimo para intentar por un lado, que esa ley de contagio se dé, y a la vez, se despierte simpatías por los logros ajenos.

Joana Sánchez @JoanaAlicante
8 Enero 2018 - Actualizado 8 Enero 2018, 11:06

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Joana Sánchez

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Fuente: Pymes y Autónomos 

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