2018-03-31

Psicología: Los 7 hábitos más molestos en una conversación.

Somos antipáticos cuando hablamos así: Los 7 hábitos más molestos en una conversación. 

Por Jennifer Delgado. 

Rincón de la Psicología.

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Psicología: Los 7 hábitos más molestos en una conversación

A veces las formas superan el contenido. A veces no es tan importante lo que decimos sino la actitud con la cual nos relacionamos. Desde que aprendemos a hablar, nos sumergimos en las conversaciones, nos resulta tan normal como respirar, por lo que a menudo no reflexionamos sobre nuestros hábitos comunicativos, los cuales podrían llegar a ser bastante molestos para los demás e incluso generar malentendidos que den pie a conflictos.


De hecho, Anthony Robbins afirmó: “la forma en que nos comunicamos con otros y con nosotros mismos, determina la calidad de nuestras vidas”. Por tanto, vale la pena hacer un repaso de los errores en la comunicación que podemos estar cometiendo sin darnos cuenta y que terminan afectando la imagen que los demás se forman de nosotros.

7 hábitos comunicativos que deberías cambiar inmediatamente 


1. Ser pesimista.


No es necesario atornillarse una sonrisa en el rostro, pero relacionarse continuamente desde el pesimismo puede llegar a ser extremadamente agotador para nuestro interlocutor. Contar siempre los problemas, las adversidades sucedidas y por suceder, las dificultades personales y de medio mundo, termina dejando exhausta psicológicamente a la otra persona.

El castastrofismo y el pesimismo terminan siendo insoportables a largo plazo. Simple y llanamente. Es difícil relacionarse con las personas que siempre tienen en la boca un rosario de quejas y lamentaciones pues terminan robando la energía emocional de su interlocutor.

Por eso, es conveniente que te preguntes por qué la gente querría pasar tiempo contigo. ¿Qué puedes aportarle de positivo a sus vidas? ¿Cómo puedes hacer que su día sea un poco mejor? Tú también te beneficiarás de ese cambio de perspectiva.

2. Dominar la conversación.


En una conversación debe haber un equilibrio. Si queremos conectar con alguien, es importante que contemos cosas sobre nosotros, que dejemos entrever un pedazo de nuestra intimidad, pero si el ego toma el mando la conversación terminará siendo extremadamente aburrida para el interlocutor.

Ni siquiera es culpa nuestra, un estudio desarrollado en la Universidad de Harvard desveló que hablar de nosotros mismos nos reporta una agradable sensación de placer a nivel cerebral. Estos psicólogos descubrieron que el 40% de nuestros discursos diarios se centran en decirles a los demás lo que sentimos o pensamos.

Sin embargo, hay personas que hablan mucho, que no permiten que los demás den su opinión y participen de la conversación, hasta el punto que esta se convierte en un monólogo. En esos casos, el exceso de narcisismo llega a ser extremadamente molesto y difícil de soportar. Por tanto, recuerda que también se puede conectar a través de la escucha activa.

3. Corregir demasiado a los demás.


Todos podemos cometer errores, y si los notamos, no hay ningún problema en corregirlos con delicadeza, pero si conviertes tu conversación en una clase magistral y corriges constantemente a tu interlocutor, serás, literalmente, insoportable.

Ese hábito demuestra que eres incapaz de silenciar tu ego e incluso puede indicar que deseas imponer tu visión de las cosas. Tu interlocutor incluso podrías pensar que estás practicando la intimidación intelectual. Recuerda que muchas veces las personas solo necesitan a alguien que esté dispuesto a escuchar, no a juzgarle.

Por tanto, es conveniente que te preguntes si realmente esas correcciones son necesarias y pueden aportarle algún valor a la persona con quien estás hablando o solo te mueve el deseo de parecer superior o de intentar imponer tu verdad. No olvides que a veces es preferible mantener la paz y armonía antes que tener la razón. Ya lo había dicho Séneca: "Es tan importante saber cuándo hablar como saber cuándo quedarse callado".

4. Interrumpir constantemente.


Cuando mantenemos una conversación, nos gusta ser escuchados. Sin embargo, interrumpir constantemente a tu interlocutor puede llegar a ser extremadamente molesto, además de maleducado. La costumbre de terminar las oraciones del otro termina siendo muy fastidiosa, por lo que es mejor tener un poco de paciencia y esperar nuestro turno.

Otro hábito comunicativo increíblemente molesto consiste en interrumpir a la persona antes de que termine de argumentar una idea para rebatirla usando tus propios argumentos. Esa costumbre indica que en realidad no la estás escuchando, y probablemente tampoco te importa lo que dice, solo estás centrado en “ganar” la discusión, imponiendo tus ideas sin escuchar las suyas.

Si a menudo caes en este error, ten en mente las palabras de Platón: “Los hombres sabios hablan porque tienen algo que decir; los necios porque tienen que decir algo”.

5. Dar vueltas sin parar sobre un punto.


Hay personas que se quedan estancadas en un tema de conversación y, por más que te esfuerces, no logras sacarlas de ahí. Aunque cambies la conversación, siempre vuelven al mismo punto, como si se tratara de un disco rayado o la historia sin fin.

No cabe dudas de que hay temas apasionantes, de los que podrías estar hablando durante horas, cosas que te preocupan y que te gustaría ventilar o detalles adicionales que te gustaría aportar a la conversación pero una de las claves para ser un buen comunicador consiste en adaptarse al ritmo de la conversación.

Si vuelves una y otra vez sobre el mismo asunto terminarás siendo molesto, obligando a tu interlocutor a centrar su atención en un tema que probablemente no le interese ni le resulte tan significativo como a ti. Por tanto, a veces solo hay que dejar ir.

6. Terminar las afirmaciones como si fueran una pregunta.


En el mundo anglosajón esta costumbre se conoce como “uptalk” y se refiere a terminar una afirmación con una inflexión ascendente que la hace sonar como si fuera una pregunta. Este fenómeno, que los lingüistas catalogaron por primera vez en la década de 1970, hoy está llegando a niveles epidémicos en las nuevas generaciones y puede llegar a ser muy molesto.

En primer lugar, los psicólogos indican que denota inseguridad en el discurso y que mina las bases de una conversación efectiva. En segundo lugar, terminar las frases como si fueran una pregunta genera confusión en el interlocutor, quien no comprende si estás afirmando o preguntando algo.

Obviamente, ese hábito comunicativo puede dar pie a un discurso caótico marcado por los malentendidos. Por tanto, asegúrate de que tus afirmaciones sean realmente afirmaciones y tus preguntas, preguntas. No es tan difícil.

7. Criticar al interlocutor en vez de la idea.


Se trata de una línea muy sutil que prácticamente todos hemos cruzado alguna vez sin darnos cuenta. Sin embargo, la costumbre de atacar a tu interlocutor, en vez de la idea, te convertirá en una persona difícil de tratar. En la práctica, en vez de argumentar en contra de la idea, lo que intentas es desacreditar a la persona.

Si lo haces a menudo, no debes olvidar que en toda comunicación lo que intercambiamos son opiniones y, por tanto, no hay necesidad de criticar a la persona realizando juicios de valor sobre ella, así solo lograrás que se sienta incómoda y adopte una actitud defensiva.

Como señala Hess: “al criticar al orador en vez de a la idea, lo que realmente hacemos es intentar desacreditarlos para invalidar su idea, esperando que nuestra idea llegue a la cima”, eso significa que en realidad no tenemos argumentos.

Fuente: 

Tamir, D. I. & Mitchell, J. P. (2012) Disclosing information about the self is intrinsically rewarding. PNAS; 109 (21): 8038-8043.


Jennifer Delgado
3/27/2018

Jennifer Delgado Suárez

Psicóloga de profesión y por pasión, dedicada a hilvanar palabras.
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Fuente: Rincón de la Psicología

Imagen: Stress at work


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