2018-09-14

El poder de pensar como un niño siguiendo 9 comportamientos.

El enorme poder de pensar como un niño. 

Por Isabel Carrasco. 

Hablemos de Liderazgo.

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El poder de pensar como un niño siguiendo 9 comportamientos

Paul Lindley enLittle wins. The huge power of thinking like a toddler” reivindica la necesidad de volver a nuestra primera infancia para recuperar comportamientos y actitudes que nos permitirán transformar la forma en que trabajamos y vivimos.


Richard Branson en la introducción plantea, en este sentido, que los niños ven lo mejor de las personas y del mundo que les rodea, por lo que debemos aprender mucho de este entusiasmo que muestran y  de cómo los inexpertos e inocentes contemplan el mundo y navegan a través de sus obstáculos.

Destaca cómo aunque caen y se golpean una y otra vez sus egos no se sienten afectados ni su deseo de seguir intentándolo disminuye. Caen, se recuperan y continúan.

Es fácil sentirnos agobiados por los factores estresantes en la madurez y desechar de forma deliberada la energía de la juventud, pero al hacerlo cometemos un grave error ya que no es malo ser un niño en nuestro corazón ya que éstos miran al mundo con asombro y con curiosidad y con frecuencia ven oportunidades donde los adultos ven obstáculos.

La visión común que todos tenemos es que los adultos representan lo más alto del desarrollo mental y físico y que los niños pequeños están en un impasse, desarrollando lentamente las habilidades y madurez necesarias para vivir de forma independiente, pero olvidamos que éstos últimos muestran una creatividad, determinación, ambición y sociabilidad que puede ser la envidia de muchos profesionales de altos vuelos, ya que son requisitos necesarios para triunfar.

¿Qué es lo que ocurre para que perdamos esa habilidad, que tenemos tan desarrollada en la primera infancia, de pensar de manera diferente?

Las investigaciones de Alison Gopnik sugieren  que una de las razones de ese incremento de la conformidad  puede estar en la forma en la que el cerebro madura, equipándonos con la habilidad tanto para pensar de manera lógica como para tender a inhibir otro tipo de razonamientos.

Esto último se refuerza, inevitablemente al ir aumentando nuestra conciencia sobre el mundo que nos rodea, la percepción creciente de que existen determinadas formas de hacer las cosas, de que existen convenciones que hay que seguir y personas que van a juzgar lo que digamos y hagamos, con lo que la confianza necesaria para ser creativos y la determinación para seguir a nuestros instintos disminuyen.

Al ir aprendiendo a organizar nuestros pensamientos y a buscar soluciones racionales podemos olvidar, fácilmente, lo que era explorar el mundo a través del juego y de la imaginación. Sir Ken Robinson en su famosa charla TED mantenía que: “no crecemos hacia la creatividad, sino que la perdemos o, mejor, dicho, nos educan para que prescindamos de ella”.

Lindley propone que “crezcamos hacia abajo” para cambiar la forma en que pensamos para volvernos más abiertos, curiosos, creativos, ambiciosos, claros en nuestro lenguaje, juguetones y sociables y para ello recomienda seguir nueve pasos a través de nueve comportamientos:

1.- Tener confianza


Como adultos tendemos a angustiarnos a la hora de tomar decisiones difíciles, a buscar todas las seguridades y a apostar sobre seguro. Vemos el mundo como un paisaje lleno de complejidad e incertidumbre mientras que para los niños pequeños es un lugar de claridad y sencillez. Su perspectiva es confiada y desinhibida. Todos comenzamos nuestra vida de esta forma pero con el paso del tiempo y con la conciencia de los que nos rodean, de lo que puedan pensar, de las consecuencias de nuestros actos hemos ido erosionando esta confianza.

2.- Ser creativos


Los niños pequeños son grandes experimentadores, están constantemente probando nuevas cosas. Desafían las convenciones porque no saben que existen y en algunas ocasiones al hacer las cosas de forma diferente, al probar aquello que parece natural e interesante consiguen algo que siguiendo las reglas nunca habrían alcanzado.

3.- Implicarse en profundidad


Los bebés y niños pequeños no dudan cuando quieren hacer algo. Se lanzan a ello, intentando subir más alto, correr más rápido o comer más de lo que seguramente son capaces de hacer. Su ambición no está limitada por el miedo al fracaso, van a por las cosas y si fallan aprenden rápidamente lo que han hecho mal. Son más ambiciosos, adaptables y resilientes, atributos que necesitamos recuperar en nuestra edad adulta.

4.- No rendirse nunca


Los niños pequeños muestran una gran determinación porque no tienen más remedio que tenerla. Si se rinden la primera vez que se caen cuando están aprendiendo a andar nunca lo lograrían. Para ellos su minúsculo mundo es todo lo que conocen y se centran y son egoístas al elegir sus metas y perseguirlas. Una pequeña cantidad de ese egoísmo con moderación y en el momento adecuado se necesita casi siempre para triunfar.

5.- Llamar la atención


Si es necesario utilizan cualquier medio para captar la atención de quienes les rodean, son maestros en ello y en conseguir transmitir su mensaje, al tiempo que aprenden rápidamente cuál es la estrategia más eficaz con cada persona y cómo escoger el método para cada ocasión.

6.- Ser honestos


Como adultos muchas veces tenemos dificultades para decir lo que realmente pretendemos, para evitar herir los sentimientos de otras personas  o evitar la crítica, con lo que al final disfrazamos el significado de lo que intentamos decir. La confusión y la desconfianza suelen ser el resultado. Los niños pequeños no se preocupan por esto y dicen exactamente lo que tienen en sus mentes, ya que todavía no han aprendido a mentir con lo que sabemos a qué atenernos con ellos.

7.- Mostrar sus sentimientos


No hay duda nunca de  si están tristes, felices, cansados o aburridos, por ejemplo, ya que lo manifiestan claramente. Sus emociones son clave para comunicarse con el mundo. Al crecer vamos aprendiendo a enmascarar nuestros sentimientos y a no compartir nuestras emociones. El riesgo que corremos es perder la habilidad de mostrar a los demás que nos importan.

8.- Divertirse


Para los bebés y niños pequeños todo tiene la potencialidad de convertirse en una aventura, sea una visita al parque, conocer a una nueva persona o un nuevo juguete. Exploran el mundo a través de la imaginación y el juego y tienen muy claro qué es lo que no les interesa. Si no es divertido y no van a disfrutar no lo van a hacer.

9.- Relacionarse con los demás


Los niños pequeños están fascinados por el mundo que les rodea y por las personas en particular. Instintivamente quieren interactuar con otros, son confiados y tienen gran habilidad para hacer nuevos amigos.

Publicado por Isabel Carrasco en 11:22
Domingo, 27 de mayo de 2018

Isabel Carrasco

Jefe Departamento Desarrollo Profesional y Gestión del Conocimiento en Consejería Sanidad
Consejería Sanidad
Universidad Complutense de Madrid
Madrid y alrededores, España
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