2019-04-21

Las reglas del trabajo profundo contra la dispersión mental de las redes.

Tecnologías de la dispersión: ¡Me tenéis de los nervios con tanto mensajito!

Por Mar Abad.

Yorokobu.

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Las reglas del trabajo profundo contra la dispersión mental de las redes.
Tan lejos se iba Mark Twain a trabajar que, para llamarlo a comer, no bastaba un grito. Tenían que recurrir al fuuuuum de un cuerno. El escritor no quería que nadie se acercara al cobertizo que había construido aislado, lejano, apartado de la casa principal de su granja.


Julio Verne también aborrecía que lo distrajeran. En la planta más alta de su hogar situó su gabinete y, en la puerta, plantó una cerradura. Con la llave por dentro. Para encerrarse a solas y que su mujer no pudiera entrar. El novelista no le abría ni cuando ella llamaba a golpes: ¡TOC, TOC, TOC!

En aquel siglo XIX los enemigos de la concentración eran las personas. Hoy, en la era de la técnica, cada bip, cada destello de luz, cada vibración es una llamada a la dispersión. Del trabajo en papel puede arrancarnos la imaginación, la pereza…

Pero en el ordenador hay millones de clics latentes, tic, tac… tic, tac…, que quieren arrastrarnos por webs, redes sociales, vídeos, memes, hasta que acabemos viéndonos, naufragados, quién sabe dónde y con toda la tarde echada a perder. (No te cuento con el móvil. Ahí, en vez de la tarde, se nos va la vida).

Por eso Bill Gates, uno de los inventores del mundo informático, no solo huye de las personas en sus retiros para pensar (sus Think Weeks, como él los llama). Aparta las máquinas y se rodea de libros, papeles y refrescos bajos en calorías.

Más radical es el historiador Yuval Noah Harari: no tiene móvil ni redes sociales. Dice que le estorban para entender la historia de la humanidad, así, a lo grande, como la cuenta en sus libros.

Deep Work


A Cal Newport le interesa mucho la concentración. O, más bien, que nos la arrebaten con tanta facilidad. Este profesor de Ciencias de la Computación de la Universidad de Georgetown lleva años analizando qué está pasando y ha llegado a una conclusión: el despiste en el trabajo produce fugas de talento y rentabilidad, y la única forma de remediarlo es trabajar sin distracciones, en una concentración profunda (deep work).

Newport no pretende idealizar el mundo antiguo de los filósofos que se dedicaban a pensar caminando en túnica por las colinas ni el de los literatos que escribían bajo la luz del candil. No es eso lo que invoca: la tecnología es necesaria.

Lo que advierte es que los robots pronto harán la mayor parte de las tareas y el único trabajo que no podrán desempeñar –todavía– será el reflexivo, el creativo, el del conocimiento. Por eso es tan importante la concentración: porque solo así se llega a ideas relevantes.

Algunos, como Harari, lo llevan al extremo: el historiador acude a retiros de silencio, aislado de todo (incluso de sus libros), y ahí entrena su capacidad de concentración. Pero Newport piensa que bastan unas medidas más livianas para que el móvil no convierta a su dueño en un pelele.

En su libro Deep Work. Rules For Focused Success In A Distracted World habla de cuatro opciones para no andar todo el día en Babia:

  • Modo monástico (es la concentración absoluta que practican los genios, investigadores o artistas liberados de un trabajo diario y del cuidado familiar).
  • Bimodal (tomarse unos días cada cierto periodo de tiempo para aislarse a pensar).
  • Rítmico (programar unas horas al día o a la semana para el trabajo de concentración).
  • Periodístico (ir sacando espacios de aislamiento conforme se necesitan).

Atención residual


Hace años que se dio la alarma: la multitarea reduce el rendimiento intelectual. No solo porque las interrupciones alargan el tiempo que se necesita para hacer una tarea. Sophie Leroy dio con un hallazgo más: la atención residual.

La investigadora descubrió que al saltar de un asunto a otro, la atención se dispersa. No puede emplearse solo en lo que está en ese momento; la mente continúa pensando en lo que acaba de hacer. Igual que ocurre en un móvil: las aplicaciones abiertas quedan en un segundo plano y, aunque no hagan nada, gastan batería.

«Cuanto más estudio, más claro veo que las distracciones digitales juegan un papel mucho más crítico de lo que la gente piensa», escribe Newport en su artículo Want to take control of your digital life? Start with reclaiming leisure time.

«En los últimos años, en los que apenas hay barreras entre el trabajo y la vida privada, hay cada vez más personas que dejan de cultivar esa vida tranquila que Aristóteles identificaba como indispensable para la felicidad humana».

Las cuatro reglas del trabajo profundo (Recomendaciones de Cal Newport)


1. Respeta el tiempo dedicado al trabajo profundo. Marca bloques en tu calendario para el trabajo de concentración y respétalo como si fuera una reunión. En ese tiempo no atiendas a otra cosa.

2. Siéntete cómodo con el aburrimiento. No pasa nada por estar aburrido. No cojas el móvil en los tiempos muertos. El cerebro tiene que acostumbrarse a espacios de tiempo sin ningún estímulo.

3. Abandona las redes sociales. Borra todas las aplicaciones prescindibles y deja solo las que necesitas de verdad. Tanta notificación y tanta distracción alteran la atención y el estado de ánimo.

4. Reduce el trabajo superficial. Minimiza las tareas de gestión, los mensajes irrelevantes… Intenta ser organizado y productivo para que los trabajos administrativos te lleven el menor tiempo posible.

Interrupción, adicción, abducción

  • Pasamos una media de 5 horas y 18 minutos al día conectados a internet.
  • Miramos el móvil unas 100 veces al día: eso significa que, mientras estamos despiertos, interrumpimos lo que estamos haciendo cada diez minutos para ver el celular.
    (datos de España, según el informe Digital 2019, de Hootsuit).
  • El 15% de los británicos dice que la conexión permanente les hace sentir que están siempre trabajando.
  • El 10% cree que es más productivo si no tiene internet (la cifra asciende al 15% entre las personas de 18 a 34 años), y el 16% asegura que se distrae mucho menos.
    (A decade of digital dependency, del organismo de autorregulación Ofcom).

Deja tus redes sociales


Cal Newport estudiaba en Harvard cuando apareció Facebook. En vez de enloquecer, como los demás, lo despreció. No abrió una cuenta. Ni en FB entonces, ni en Twitter, ni en ninguna otra después.

Mientras las redes sociales han ido creciendo hasta el disparate, este científico computacional estudia en libros, ensayos… En este tiempo en el que no ha hecho un solo like, le ha dado para escribir seis libros.

Eso contó en una charla TEDx titulada Deja las redes sociales. Newport asegura que las redes están diseñadas para entretener; no tienen ningún fin educativo. Es más, intentan atrapar al usuario: «Los programadores utilizan técnicas de los casinos de Las Vegas para hacerlas lo más adictivas posible».

El científico computacional desacredita la cancioncilla de los coaches que predican la importancia de crear una marca personal en las redes. Para hacer un trabajo interesante, no hay que estar todo el día pavoneando en internet. «Lo que necesitas es concentración para hacer un buen trabajo. Si creas algo nuevo y valioso, el mercado lo valora. La gente te encontrará aunque no tengas redes sociales».

Ataca Newport por otro flanco. «El uso de las redes disminuye la capacidad de concentración y esta habilidad es justo la que necesitas en una economía cada vez más competitiva», afirma.

«Hay muchos estudios que demuestran que si dedicas mucho tiempo al día en un estado de atención fragmentada (rompiendo tu atención, echando un vistazo a Instagram, consultando Facebook…), tu capacidad de concentración disminuye de forma permanente. Reduces una habilidad que es cada vez más necesaria».

por 15 abril, 2019

Licencia:
No especificada.

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Mar Abad

Cofundadora de Brands and Roses y Yorokobu
Madrid y alrededores, España
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Fuente: Yorokobu
Imagen: concentrated-at-work.jpg


De la misma autora: Mar Abad

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