(Recuperado desde Bligoo, QEPD)
Por HSM Global
A pesar de las excelentes críticas, que aún hoy, con la ventaja que da la retrospección, merecieron las páginas de La era de la sinrazón, el mismo Handy no está satisfecho. “No ha resultado ser tan simple ni tan fácil como yo pensé”, escribe con franqueza.
El capitalismo
ha sido menos flexible que lo que él suponía, y los gobiernos, menos
sabios que lo que esperaba. “Lo que sucede en nuestras sociedades
maduras es mucho más fundamental, complicado e inquietante que lo que yo
había anticipado”. ¿Qué hay de todas esas oportunidades que pronosticó?
¿Y qué de esas nuevas libertades que han significado menos calidad y más miseria
para tantos? Esta vez reprime su entusiasmo, su afán de ofrecer una
solución para cada problema. Declara con franqueza: “No hay recetas que
garanticen el éxito”.
Hoy ve economías globales que
producen “buenos empleos, empleos caros, productivos, pero en mucha
menor cantidad”. ¿Qué pasa con los que de pronto se ven excluidos de
este cuadro fríamente calculado? Concluye con desaliento: “La vida nunca
será fácil, ni perfectible, ni del todo predecible. Siempre se la
entenderá mejor hacia atrás, pero nos toca vivirla hacia adelante”.
En su nuevo enfoque, La era de la paradoja
ofrece una especie de “mapa” que permitirá que la gente encuentre
algunas explicaciones sobre las confusiones que dominan nuestra era.
Handy señala nueve paradojas que intentan explicar lo que sucede en nuestras sociedades
y por qué es inevitable cierta confusión en los años que siguen. No es
preciso resolverlas, sólo manejarlas. Pero para eso se las debe
entender. Así se las puede transformar, de turbulencia, en algo más
positivo.
1. La paradoja de la inteligencia.
La
inteligencia es la nueva forma de propiedad. No se comporta como las
otras formas de propiedad, y en eso reside la paradoja. A diferencia de
otros tipos de propiedad, la inteligencia no se puede regala r, y, aun
si uno la comparte, la conserva. Tampoco se puede poseer la inteligencia
de otro, por más que se posea la empresa en que trabaja esa persona. Si
la persona se va de esa empresa a otra, se lleva consigo su
inteligencia.
2. La paradoja del trabajo.
Parece
que hubiéramos convertido el trabajo en un dios, y luego dificultado
que muchos lo adoraran. El resultado: alguna gente tiene trabajo y
dinero pero escaso tiempo para el ocio, mientras que otra tiene sólo
ocio pero no tiene ni trabajo ni dinero.
3. La paradoja de la productividad.
La
productividad significa mejor trabajo con menos gente. Esto es bueno
para las empresas y para los clientes. Solía ser mejor para los
empleados. Algunos recibían mejores salarios y otros se iban a nuevas
empresas. Pero ya no es así. Y aquí está la paradoja. Ahora el área de
crecimiento es la economía por cuenta propia (the do-it yourself economy).
Eso
abarca los buenos empleos, los trabajos en negro y el delito. Además —y
esto es importante— incluye todo el trabajo que antes se pagaba a otros
para que lo hicieran: cuidar enfermos, cultivar alimentos, hacer
reparaciones. Esto no va a cambiar. Más gente se verá obligada a
integrar este grupo. Son tiempos para aferrarse a las destrezas que
requiere este tipo de trabajo.
4. La paradoja del tiempo.
Antes
el tiempo estaba bien organizado. La cantidad de horas que los hombres
pasaban en el trabajo determinaba la cantidad de horas que pasaban con
sus familias; el tiempo que las mujeres necesitaban para el cuidado de
sus familias determinaba el tiempo con que contaban para trabajar. Todos
sabían quién estaba dónde en qué momento.
Hoy esto es más
ambiguo, con empleos de medio tiempo, licencia para padres recientes,
horarios flexibles, etc. A pesar de esto, los estadounidenses trabajan
más horas por semana. Trabajan pensando que es estúpido, trabajan
mientras cambiarían gustosos el ingreso extra por más tiempo libre.
5. La paradoja de las riquezas.
¿Cómo
mantenerse rico? Antes se hacía proveyendo a la propia gente de más y
más de las cosas que demandaban. Hoy la gente da a luz a menos futuros
consumidores y vive más tiempo (y se convierte en peor cliente). Hay que
mirar en otra dirección. ¿El extranjero? Por supuesto. Pero, en las
zonas carenciadas, la gente tiene ansias de comprar pero no el dinero
para hacerlo.
Entonces —y aquí está la paradoja— hay que
brindarles lo que necesitan para producir y vendernos para que puedan
comprarnos. Ningún gobierno ha logrado que su pueblo acepte esto.
Significa perder empleos al comienzo. Y es difícil convencer a la gente
con el argumento de que esto enriquecerá a sus hijos.
6. La paradoja de las empresas.
La
empresa actual debe reconciliar varias paradojas. Debe ser planeada
pero flexible, global y local, promotora masiva (mass marketer), pero
dirigida a muchos nichos del mercado. Los empleados deben ser autónomos y
parte de un equipo.
Los gerentes deben delegar más y controlar
más. En última instancia, las organizaciones van a organizar, pero no
necesariamente emplearán a la gente. Esto significa que ser empleado de
tiempo completo se transformará en una ocupación en extinción. Las
organizaciones serán menos visibles, pero no menos importantes.
7. La paradoja del envejecimiento.
Cada
generación se considera distinta de la que la precede, pero planifica
bajo el supuesto de que la que la sucede será igual. Hay que reconocer
la falacia de este argumento. La educación de nuestros hijos será más
prolongada, quizás indefinidamente. Sus vidas laborales empezarán antes y
después. Y ellos, como nosotros, intentarán adecuar la sociedad a sus
necesidades, y no a las necesidades de sus sucesores.
8. La paradoja del individuo.
Jung
fue el que mejor captó esta paradoja: necesitamos de los demás para ser
realmente nosotros mismos. Uno ve esto al presentarse: “Soy Fulano y
trabajo en la Compañía Tal”. Luego, en una ciudad, miremos todos los
edificios de oficinas y preguntémonos dónde estará “mi” cuarto.
Preguntémonos, también, cuál será el “nosotros” al que queremos
pertenece r. ¿Una organización minimalista, virtual? ¿Una familia en
extinción? ¿O la redmplazaremos con una red interpersonal ?
9. La paradoja de la justicia.
Justicia
significa dar a cada cual lo que le corresponde. Pero, ¿eso significa
premio al logro y castigo a las ofensas? ¿O significa darnos lo que
necesitamos? Y se puede explorar más: ¿debería recibir más un desvalido
porque lo necesita más o, por ejemplo, un científico porque contribuye
más a la sociedad?
Una cosa está clara: una sociedad que se percibe como injusta está condenada a destruirse a sí misma. Charles Handy
ofrece una simple explicación del cambio de mentalidad que se está
desarrollando en el medio empresarial a nivel de las bases. La gente ya
no cree que los que ocupan los cargos superiores necesariamente tengan
razón. Los líderes ya no pueden encargarse de pensar por los demás. La
gente ya no quiere que lo hagan.
Organizaciones planas y en red
Si
bien la mayoría reconoce estos puntos, las distintas empresas varían en
su forma de reorganizarse. Muchas de las nuevas organizaciones de alta
tecnología son “multipolares”, es decir, se asemejan a una
federación de unidades interdependientes. Otro ejemplo es una compañía
que tiene a 100 profesionales en puestos corporativos como finanzas y
administración —en roles de servicio— y no en funciones que impliquen
toma de decisiones.
Otras usan la “organización horizontal” con una jerarquía aplanada, y con equipos
en vez de individuos constituyendo la base de la empresa. En este caso
la dirección fija los estándares pero no necesariamente dicta cómo se
los debe cumplir. Una práctica común es lograr una dirección pequeña y
parcialmente dispersa. Pero, ya que es responsable del todo, debe ser
fuerte y mantenerse bien informada.
Típicamente sus
responsabilidades son las siguientes: decisiones de inversión,
decisiones importantes sobre personal, el diseño y manejo del sistema de
información y el “derecho de invasión” en caso de problemas. Tiene una
perspectiva general pero no puede conducir la empresa por su cuenta, y
debe tener pocos miembros para no sentir la tentación de intentarlo. Sin
embargo, estos miembros pueden pinchar, influir y, si es necesario,
interferir.
La tarea principal de la dirección es planear el
futuro, pero debe asegurar que no se acabe el presente antes de que
llegue el futuro.
La creciente desigualdad social
Ahora,
más rápido que nunca, se está produciendo una división en la sociedad
entre pobres y ricos. En un momento histórico en que la inteligencia es
la propiedad que cuenta, el abismo entre pobres y ricos es absurdo e
inconveniente.
Cuando la tierra y otras cosas materiales son las
propiedades importantes, lo que posee una persona no lo puede poseer
otra. Pero con la inteligencia es diferente. Se la puede compartir con
otro, y esa persona gana pero uno no pierde. La justicia es el lazo
social que permite que, convivamos en unidad. En el caso de la
educación, esto significa que, en la medida de lo posible, todos deben
tener la misma oportunidad de aprender.
Significa dar más de una oportunidad
a aquellos que tardan en asir las oportunidades. Igualmente importante,
significa alentar y asistir a aquellos que aprovechan de entrada las
oportunidades tempranas. No se trata de recortar la educación de los
médicos para crear más escuelas para delincuentes con el argumento de
que éstos lo necesitan más.
La justicia busca equilibrar las
necesidades de los individuos con las necesidades de la comunidad. La
equidad, pues, requiere una inversión en la educación de todas las
personas a lo largo de sus vidas. Qué uso hagan de esta educación
dependerá de ellos. Pero si no se brinda la oportunidad de compartir la
inteligencia, se contribuirá a dividir la sociedad.
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Fuente: HMS Global
Imagen: The age of paradox
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