Por encima de todas
las cosas, tenemos razón.
Por Dolors Reig.
El Caparazón.
Hemos hablado antes de este tipo de sesgo, consistente en pasarnos la vida dándonos la
razón a nosotros mismos: la información que vamos incorporando a nuestros
cerebros es la que confirma nuestra visión del mundo, resultando habitual que
ignoremos la que no la contradice.
Ocurre así porque pensar que
tenemos razón aporta más sentido a nuestras vidas, llegando a ser para algunos
psicólogos incluso una motivación básica en los seres humanos.
A veces lo hacemos casi sin darnos
cuenta, por sentir más coherencia y también porque nuestras mentes
funcionan de forma integrativa, conectando nuevas ideas a esquemas
preexistentes en lugar de crearlos desde cero, que es algo mucho más difícil.
Veíamos hace un tiempo cómo
funciona el sesgo en el caso de la polarización política pero ocurre también en
otros casos, como el de la asunción de riesgos financieros
o la propia autoestima.
Perder
dinero por confiarnos demasiado…
En el caso del estudio del
comportamiento de inversores en mercados de valores, por ejemplo, parece que la
recogida de información que confirma las apuestas iniciales es habitual (Park et al.,
2010). La gente que manifiesta mayor sesgo de confirmación resulta
finalmente la gente más confiada y por tanto la que logra menos ganancias
económicas.
Nos gusta tanto tener razón que
podemos llegar a perder dinero con ello.
Un
riesgo para la autoestima y el bienestar personal
El sesgo de confirmación
funciona con los piropos, que incorporamos a nuestro sistema cognitivo
fácilmente, pero también puede resultar en lo que los psicólogos
denominamos expectativas autocumplidas en el caso de insultos o apreciaciones
negativas.
Especialmente cuando opinamos algo
sobre nosotros mismos tendemos a buscar apreciaciones, aunque sean negativas,
que lo confirmen. Resulta sorprendente pero el tema ocurre incluso cuando
nuestra autoestima es elevada, así que podéis haceros una idea de su potencia.
(Swann et al., 1989).
Y
un riesgo para la evolución de la humanidad
El sesgo de confirmación es culpable, en parte, de los prejuicios, de
que solamente nos demos cuenta de los detalles que encajan con las nociones
preconcebidas que tenemos sobre los demás. También de algunas de las creencias
más irracionales que sostenemos. En el caso de los ovnis, de la astrología, de
muchos otros temas, somos tremendamente susceptibles ante las muestras de
confirmación de lo que creemos pero ignoramos cualquier dato que nos
contradiga.
Es el caso de las sangrías,
tratamiento médico del siglo XIX se practicaron prácticamente para cualquier
enfermedad. En algunos casos el paciente mejoraba (sesgo de causalidad), así
que los médicos de la época pensaban que el tratamiento podía ser efectivo en
lugar de darse cuenta de que también de forma espontánea algunos pacientes
podían mejorar solos, de que no eran más las probabilidades de que lo hicieran
con el tratamiento que por el simple azar.
Luchando
contra el sesgo
Es uno de los temas que nos
preocupa desde hace tiempo: la educación de la participación de un ciudadano
crítico, empoderado también para lidiar con los habituales sesgos cognitivos.
La única solución posible consiste
en exponernos a la contrariedad, aunque nos parezca incómoda. Se trata de algo
que es bastante seguro que nos ocurra en los Social Media, cuando las redes a
las que nos vinculamos son mucho más amplias y heterogéneas y nos unen lazos
mucho más débiles a ellas.
No hay que olvidar el riesgo de
homofilia que supone consumir y compartir solamente la información de nuestras
redes, comento siempre, pero no se trata de algo especialmente habitual
en unas redes que se caracterizan por su fluidez, por la riqueza de
orientaciones y matices que podemos encontrar en ellas. Las redes no son
lugares cómodos, comento siempre, para los amantes de las certezas.
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Fuente: ElCaparazón
Imagen: Confirmationbias
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