Las tres dimensiones de la efectividad personal.
Por José Miguel Bolívar.
Optima Infinito.
Tres dimensiones de la efectividad personal: Hacer, pensar, sentir. |
Casi todas las personas asocian
efectividad personal con «hacer». Muchas saben también que «pensar» es
otra de sus dimensiones. Lo que casi nadie sabe es que hay una
tercera: «sentir». En este post voy a hablarte de las tres dimensiones de la efectividad personal.
La efectividad personal es una competencia transversal clave para lograr resultados en la era del conocimiento.
Aunque generalmente se cree que va de «hacer muchas cosas», la realidad es bien distinta, ya que tiene que ver —sobre todo— con redefinir la forma en la que te relacionas con tu mundo, con tu día a día.
Evidentemente, la forma de expresar tu efectividad personal es haciendo cosas. Ahora bien, esas cosas que haces son resultado de un proceso previo en el que es imprescindible pensar e inevitable sentir.
Si te fijas, he utilizado «imprescindible» al hablar de pensar. Lo he hecho porque pensar —si quieres hacerlo de manera efectiva— no es innato, es decir, tienes que aprender a pensar.
Por el contrario, he utilizado «inevitable» al hablar de sentir. Porque aquí ocurre justo lo contrario. Tus emociones son parte de ti. No tienes opción de eliminarlas ni de controlarlas. Si acaso, con mucho trabajo por tu parte, podrás aprender a entenderlas, aceptarlas y modularlas.
En la parte proactiva de mi metodología OPTIMA3®, planteo la necesidad de trabajar en estas tres dimensiones (de ahí el «3»), integrándolas en un equilibrio o tensión, si realmente quieres llevar tu efectividad personal a otro nivel.
Esta situación de equilibrio o tensión no es estática, sino dinámica. Lo queramos o no, las tres dimensiones varían y se influyen mutuamente de manera constante.
En otras palabras, lo que haces, lo que piensas y lo que sientes está estrechamente interrelacionado, ya que son tres aspectos inseparables e interdependientes de tu persona.
Desde la perspectiva de la efectividad personal, el problema es que la relación entre estas tres dimensiones es de naturaleza asimétrica, lo que hace que alcanzar esa situación deseable de equilibrio o tensión suponga un reto considerable.
La relación entre las tres dimensiones es asimétrica porque cada una de ellas tiene una tendencia natural distinta que tiene a su vez un impacto distinto en la efectividad personal.
La tendencia natural es pensar «lo mínimo». Es algo perfectamente lógico desde el punto de vista evolutivo, ya que pensar consume cantidades ingentes de energía, lo cual suponía una amenaza para la supervivencia.
Por el contrario, la tendencia natural es sentir «de más». Por el mismo motivo de antes. El miedo, la preocupación y el estado de alerta constante son mecanismos de supervivencia, como nos explica Paz Garde en este post.
En cuanto a hacer, si permites que las tendencias naturales —pensar de menos y sentir de más— se sigan imponiendo, experimentarás a menudo estrés, que es también un mecanismo de supervivencia.
El problema es que las opciones entre las que elegir en esta situación son muy limitadas: parálisis, huida o ataque. Convertido en comportamientos cotidianos, me refiero a no hacer nada, procrastinar o hiperactividad, y ninguna de ellas ayuda mucho a tu efectividad personal.
GTD® no aborda la dimensión sentir de forma explícita, pero sí lo hace de forma implícita.
Aunque no se explica en la metodología, casi todas las buenas prácticas vienen a corregir en la dirección adecuada una o más de las tendencias naturales que te he comentado.
Por ejemplo, Capturar te permite enfriar el pensamiento, es decir, modula a la baja la tendencia natural a sentir de más. Por el contrario, Aclarar te fuerza a pensar y decidir, es decir, modula al alza la tendencia natural a pensar de menos.
De forma análoga, Reflexionar —sobre todo integrando los 6 Niveles de Perspectiva— te permite ganar claridad sobre lo que te hace feliz, está más alineado con tus valores y es importante para ti.
De este modo, al Ejecutar, podrás elegir intuitivamente qué es lo que tiene más sentido para ti hacer en cada momento.
El modelo de Planificación Natural de Proyectos es un ejemplo fantástico de integración de las tres dimensiones de la efectividad personal.
En los pasos propósito y visión, la dimensión sentir juega un papel clave. Estos pasos tienen que ver sobre todo con para qué y cómo quieres lograr el resultado y con cómo te vas a sentir cuando lo consigas.
Los pasos siguientes —la lluvia de ideas y organizar— tienen que ver sobre todo con pensar. Con explorar opciones, identificar oportunidades, riesgos y consecuencias, tanto positivas como negativas.
El último paso —identificar las siguientes acciones— tiene que ver con hacer.
Aplicar este modelo a lo que quieres, tienes o necesitas conseguir te permite integrar emoción, pensamiento y acción en un todo común.
Como resumen de este post, me gustaría que te quedaras con una idea: lo que sientes, haces y piensas es parte de un todo en equilibrio o tensión de carácter dinámico.
Nuestra naturaleza nos induce a pensar de menos y sentir de más, lo que da lugar a comportamientos inefectivos —parálisis, procrastinación o hiperactividad— a menudo acompañados de sensación de estrés.
Aprender a reconocer estas situaciones y desarrollar tu efectividad personal es lo que te permitirá lograr resultados relevantes y llenos de sentido. En definitiva, pensarás mejor, harás con sentido y sentirás mayor satisfacción, confianza y plenitud con lo que haces.
Merece la pena intentarlo, ¿verdad?
La efectividad personal es una competencia transversal clave para lograr resultados en la era del conocimiento.
Aunque generalmente se cree que va de «hacer muchas cosas», la realidad es bien distinta, ya que tiene que ver —sobre todo— con redefinir la forma en la que te relacionas con tu mundo, con tu día a día.
Evidentemente, la forma de expresar tu efectividad personal es haciendo cosas. Ahora bien, esas cosas que haces son resultado de un proceso previo en el que es imprescindible pensar e inevitable sentir.
Si te fijas, he utilizado «imprescindible» al hablar de pensar. Lo he hecho porque pensar —si quieres hacerlo de manera efectiva— no es innato, es decir, tienes que aprender a pensar.
Por el contrario, he utilizado «inevitable» al hablar de sentir. Porque aquí ocurre justo lo contrario. Tus emociones son parte de ti. No tienes opción de eliminarlas ni de controlarlas. Si acaso, con mucho trabajo por tu parte, podrás aprender a entenderlas, aceptarlas y modularlas.
Hacia la efectividad 3D
En la parte proactiva de mi metodología OPTIMA3®, planteo la necesidad de trabajar en estas tres dimensiones (de ahí el «3»), integrándolas en un equilibrio o tensión, si realmente quieres llevar tu efectividad personal a otro nivel.
Esta situación de equilibrio o tensión no es estática, sino dinámica. Lo queramos o no, las tres dimensiones varían y se influyen mutuamente de manera constante.
En otras palabras, lo que haces, lo que piensas y lo que sientes está estrechamente interrelacionado, ya que son tres aspectos inseparables e interdependientes de tu persona.
Desde la perspectiva de la efectividad personal, el problema es que la relación entre estas tres dimensiones es de naturaleza asimétrica, lo que hace que alcanzar esa situación deseable de equilibrio o tensión suponga un reto considerable.
La relación entre las tres dimensiones es asimétrica porque cada una de ellas tiene una tendencia natural distinta que tiene a su vez un impacto distinto en la efectividad personal.
Exceso de emoción y defecto de reflexión
La tendencia natural es pensar «lo mínimo». Es algo perfectamente lógico desde el punto de vista evolutivo, ya que pensar consume cantidades ingentes de energía, lo cual suponía una amenaza para la supervivencia.
Por el contrario, la tendencia natural es sentir «de más». Por el mismo motivo de antes. El miedo, la preocupación y el estado de alerta constante son mecanismos de supervivencia, como nos explica Paz Garde en este post.
En cuanto a hacer, si permites que las tendencias naturales —pensar de menos y sentir de más— se sigan imponiendo, experimentarás a menudo estrés, que es también un mecanismo de supervivencia.
El problema es que las opciones entre las que elegir en esta situación son muy limitadas: parálisis, huida o ataque. Convertido en comportamientos cotidianos, me refiero a no hacer nada, procrastinar o hiperactividad, y ninguna de ellas ayuda mucho a tu efectividad personal.
Las tres dimensiones de la efectividad personal en GTD®
GTD® no aborda la dimensión sentir de forma explícita, pero sí lo hace de forma implícita.
Aunque no se explica en la metodología, casi todas las buenas prácticas vienen a corregir en la dirección adecuada una o más de las tendencias naturales que te he comentado.
Por ejemplo, Capturar te permite enfriar el pensamiento, es decir, modula a la baja la tendencia natural a sentir de más. Por el contrario, Aclarar te fuerza a pensar y decidir, es decir, modula al alza la tendencia natural a pensar de menos.
De forma análoga, Reflexionar —sobre todo integrando los 6 Niveles de Perspectiva— te permite ganar claridad sobre lo que te hace feliz, está más alineado con tus valores y es importante para ti.
De este modo, al Ejecutar, podrás elegir intuitivamente qué es lo que tiene más sentido para ti hacer en cada momento.
La Planificación Natural de Proyectos como ejemplo de efectividad 3D
El modelo de Planificación Natural de Proyectos es un ejemplo fantástico de integración de las tres dimensiones de la efectividad personal.
En los pasos propósito y visión, la dimensión sentir juega un papel clave. Estos pasos tienen que ver sobre todo con para qué y cómo quieres lograr el resultado y con cómo te vas a sentir cuando lo consigas.
Los pasos siguientes —la lluvia de ideas y organizar— tienen que ver sobre todo con pensar. Con explorar opciones, identificar oportunidades, riesgos y consecuencias, tanto positivas como negativas.
El último paso —identificar las siguientes acciones— tiene que ver con hacer.
Aplicar este modelo a lo que quieres, tienes o necesitas conseguir te permite integrar emoción, pensamiento y acción en un todo común.
Pensar, sentir y hacer para vivir con sentido
Como resumen de este post, me gustaría que te quedaras con una idea: lo que sientes, haces y piensas es parte de un todo en equilibrio o tensión de carácter dinámico.
Nuestra naturaleza nos induce a pensar de menos y sentir de más, lo que da lugar a comportamientos inefectivos —parálisis, procrastinación o hiperactividad— a menudo acompañados de sensación de estrés.
Aprender a reconocer estas situaciones y desarrollar tu efectividad personal es lo que te permitirá lograr resultados relevantes y llenos de sentido. En definitiva, pensarás mejor, harás con sentido y sentirás mayor satisfacción, confianza y plenitud con lo que haces.
Merece la pena intentarlo, ¿verdad?
22/05/2020
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Fuente: Optima Infinito
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Del mismo autor: José Miguel Bolívar
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