¿Se cumplirá el histórico ciclo de ruptura institucional cada cuatro décadas?
Se cumplirá el dogma de que cuando el conflicto social está entrampado por la absoluta irracionalidad de las partes, la única solución para avanzar es el uso de la fuerza?
Por Manuel Gross Osses
Según el diccionario de la Real Academia Española, la violencia es una acción violenta o contra el natural modo de proceder. Y que una acción violenta es la que se ejecuta contra el modo regular o fuera de razón y justicia.
En Chile,
la violencia ejercida por el autoritarismo es una lacra que la sociedad
ha sufrido desde la llegada de los conquistadores españoles. La
sufrieron los mapuches que se opusieron a la invasión. La sufrieron los
inquilinos de las “encomiendas” y luego los de las haciendas. La
sufrieron los trabajadores del salitre, masacrados de a miles por luchar
contra la explotación inhumana. De la violencia ejercida por la
dictadura militar se han escrito miles de libros.
Hoy día,
es extrema violencia y extrema insensibilidad social, que la mayoría de
los trabajadores estén condenados al sueldo mínimo aunque aumente al
triple la calidad y productividad de su trabajo y aunque el patrón se
haga multimillonario y ya no sepa dónde invertir su plata. Y que a pesar
de sus utilidades, mantengan morosa una deuda de 400 MIL MILLONES DE
PESOS por cotizaciones que les han descontado a los trabajadores pero
que no las han depositado en el sistema previsional.
La
desigualdad social tiene cifras indesmentibles: El 5% más rico gana 209
veces más que el 5% más pobre. Sin embargo, en el programa de la
derecha, presentado por el militante de la UDI Cristián Larroulet, que
tiene la ilusión de ser el Ministro de Hacienda de Lavín, se propone
rebajar gentilmente los impuestos a las utilidades, lo que resultaría en
que el Estado tendría menos plata para financiar la lucha contra la
desigualdad social, es decir, menos plata para educación, para salud,
para seguridad ciudadana, para vivienda, para cultura, para deporte,
para el fomento productivo.
Los
jóvenes están acumulando rabia. Mientras que los jóvenes nacidos y
criados durante la dictadura muestran una relativa pasividad social, los
que nacieron a mediados de los 80 y a principios de la nueva democracia
están demostrando claramente que no se resignarán a seguir soportando
la desigualdad, las humillaciones y la marginalidad social que les
impone la tradicional estructura paternalista y autoritaria de este
país.
No estamos
hablando de delincuencia, porque ese es otro tema. Estamos hablando de
rebeldía, de iras, de desesperanzas, de rechazo a tener que ganar un
sueldo miserable aunque sean excelentes estudiantes, empleados o
profesionales y aunque todo el país siga progresando y los grandes
empresarios sean cada día más ricos y paguen menos impuestos.
Los artículos de Manuel Gross se publican los días viernes en el diario El Correo del Lago, de Villarrica.
Fuente: Desde mi Balcón
https://grossman077.wordpress.com/2004/12/04/violencia-juvenil-el-desborde-de-la-desigualdad-social/
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