Mail de Erasmo de Rotterdam desde el infierno.
Por Rafael Martínez.
Estratega.
Salud. Soy Erasmo de Rotterdam, si bien el evidente descuido de las buenas letras os haga pensar otra cosa. Me cuesta atinar en las teclas de este artilugio similar a un pequeño clavecín llamado “PC” con mi pluma de ganso, y eso me impide concentrarme en el estilo.
Escribo desde el infierno. Pero que no se regodeen mis viejos enemigos tanto papistas como luteranos. Estoy en una de las visitas diplomáticas que de cuando en cuando San Pedro tiene a bien encomendarme. El medio del que me valgo para hacerme oír desde el otro mundo es “Internet” pues Facebú, Community Manager de Belcebú, deseoso de hacerme notar la ventaja tecnológica del inframundo, me ha dado acceso.
En el Cielo tenemos aún poca cobertura, y apenas alcanzamos calidad GSM mediante la oración. Pero aquí, en el subsuelo, llega fibra óptica y hay hileras de PCs que son aporreados por innumerables diablos. Permiten, parece ser, el traslado de textos e imágenes con las almas de los vivos, convirtiendo la posesión en toda una experiencia multimedia.
Defiende Facebú que los ahorros en conjuros compensan con mucho los de este teletrabajo, y que el e-commerce dará crecimiento exponencial a la línea de negocio de compra de almas.
Facebú propone de enseñarme otra innovación notable que sin duda aumentará la cuota de mercado del maligno. Accedo, y entonces, apeándose en el aire, destapa un velo y enciende un televisor, apareciendo algunas noticias y tertulias políticas actuales.
Me atormenta no poco constatar. amigos del siglo XXI, que en rivalidad, autismo, ineficacia y dogmatismo, vuestros debates se parecen a los de otra época en que el debate se desconectó tanto de la realidad, que acabó encerrado en un cajón: la decadente escolástica medieval. En mi tiempo, fui afamado y perseguido por burlarme de sus modos.
Tampoco os libráis de sus residuos: la mucha soberbia y pedantería de algunos ponentes, ni del uso generoso de la falacia “ad hominem”, es decir, descalificar al adversario en lugar de refutar sus afirmaciones. Alguno de los muchos políticos que veo ardiendo por aquí me aclaran que su gremio tiene un dicho para esta guerra sucia: “si no aguantas el calor, sal de la cocina”.
Facebú los atiza un poco y me dice:
Yo me resisto a creerle, y ducho en estas artes, no puedo dejar de hacer notar que la carencia de técnica, argumentos y conclusión que observo en los debates les convierte en estériles y por tanto inofensivos, poco más que un espectáculo. Facebú ríe. Y me contesta:
Pese al calor, sentí un escalofrío. Empecé a temer que la nueva escolástica superaba en argucias y cinismo a las controversias, genealogías y logomaquias de mi tiempo.
Pedí a Facebú que me iniciara en ese género de modernos ardides. El inquieto diablo se apresuró a hacerlo, ávido de corromper el Cielo.
Leo con interés el capítulo, así como alguna opinión zombie sobre el tema con frases como “la piedra angular que define la naturaleza”, “una palmaria evidencia”, “un axioma fundamental”, “desnaturalizar completamente la esencia” que me recuerdan demasiado la escolástica y la especulación de mis tiempos… Facebú prosigue.
Quedo impactado. Los escolásticos que yo combatía se entretenían con corolarios, suposiciones y otras majaderías, que luego interpretaban alegórica, anagógica y tropológicamente. Pasatiempo inocente con estos tipos.
Facebú quiere rematar:
La moderación y el acuerdo que llevan a la “suma positiva”, al “win win”, es siempre racional, y ese ha sido el sentido del avance de la civilización. Me dí cuenta de que estos nuevos escolásticos en la sombra y los aprendices de brujo que los siguen, están forzando lo simbólico, las diferencias en principios, y la decisión basada en emociones. Es decir, una nueva era sectaria, carismática y menos racional y pragmática.
Pero no quiero que esto quede así. Por tanto, hablo al diablo en estos términos:
Me parece que Facebú enrojece, aunque es difícil de decir en un diablo. Me contesta
Enlace corto: http://bit.ly/9xifSX
Escribo desde el infierno. Pero que no se regodeen mis viejos enemigos tanto papistas como luteranos. Estoy en una de las visitas diplomáticas que de cuando en cuando San Pedro tiene a bien encomendarme. El medio del que me valgo para hacerme oír desde el otro mundo es “Internet” pues Facebú, Community Manager de Belcebú, deseoso de hacerme notar la ventaja tecnológica del inframundo, me ha dado acceso.
En el Cielo tenemos aún poca cobertura, y apenas alcanzamos calidad GSM mediante la oración. Pero aquí, en el subsuelo, llega fibra óptica y hay hileras de PCs que son aporreados por innumerables diablos. Permiten, parece ser, el traslado de textos e imágenes con las almas de los vivos, convirtiendo la posesión en toda una experiencia multimedia.
Defiende Facebú que los ahorros en conjuros compensan con mucho los de este teletrabajo, y que el e-commerce dará crecimiento exponencial a la línea de negocio de compra de almas.
Facebú propone de enseñarme otra innovación notable que sin duda aumentará la cuota de mercado del maligno. Accedo, y entonces, apeándose en el aire, destapa un velo y enciende un televisor, apareciendo algunas noticias y tertulias políticas actuales.
Me atormenta no poco constatar. amigos del siglo XXI, que en rivalidad, autismo, ineficacia y dogmatismo, vuestros debates se parecen a los de otra época en que el debate se desconectó tanto de la realidad, que acabó encerrado en un cajón: la decadente escolástica medieval. En mi tiempo, fui afamado y perseguido por burlarme de sus modos.
Tampoco os libráis de sus residuos: la mucha soberbia y pedantería de algunos ponentes, ni del uso generoso de la falacia “ad hominem”, es decir, descalificar al adversario en lugar de refutar sus afirmaciones. Alguno de los muchos políticos que veo ardiendo por aquí me aclaran que su gremio tiene un dicho para esta guerra sucia: “si no aguantas el calor, sal de la cocina”.
Facebú los atiza un poco y me dice:
“Estimado embajador. La innovación que hará aumentar la población de nuestro estado respecto al vuestro es el tipo de debate. Una nueva dialéctica que emponzoña la reflexión. En el infierno nos complace que la mala calidad del debate de los mortales asegure la salida de los peores instintos y la mala calidad de las soluciones.”
Yo me resisto a creerle, y ducho en estas artes, no puedo dejar de hacer notar que la carencia de técnica, argumentos y conclusión que observo en los debates les convierte en estériles y por tanto inofensivos, poco más que un espectáculo. Facebú ríe. Y me contesta:
“Veo que no está al cabo de los últimos avances en comunicación y esgrima dialéctica. Estos debates son eficacísimos e implican mucha técnica.
Cada bando (y pocos hablan sin representar a alguno) trata de conseguir no la “determinatio” de un profesor, sino el respaldo de los ciudadanos a sus tesis (o mejor, al bando mismo) de la forma más eficiente posible: gastando los mínimos razonamientos y compromisos posibles. Y de la forma más eficaz: apelando a registros ya efectivos en el subconsciente. La comunicación de masas será tanto más viral y efectiva cuanto más simple y emocional. Observe el debate: son los argumentos más irracionales y los tonos más exaltados son los que arrancan más aplausos del público, ése es el campo de batalla.
Los psicólogos han descubierto que los pecados capitales de la pereza y la avaricia que tantos clientes traen aquí también funcionan a nivel inconsciente. Los humanos son “avaros cognitivos”, siempre dispuestos a comprar cualquier simplificación para relajar la CPU. Huyen de lo complejo, y más en esta época de sobrecarga informativa, con el riesgo de cometer sesgos, caer en estereotipos o ser manipulados.
Años de estudios han demostrado que la gente no vota los argumentos, sino a quien despierta los sentimientos adecuados. Por eso, la dialéctica de última generación ya no es lógica ni aspira a la síntesis de posturas. Ahora se centra en aprovechar el turno de habla para insistir en los mensajes más certeros que se abran en las mentes y activen atajos que convengan al propósito del orador.
Naturalmente, los autores no son estos personajes que ha visto, éstos son sólo la correa de transmisión. Sofisticados think-tanks, sociólogos, lingüistas y expertos en comunicación diseñan los mensajes. La técnica de estos neoescolásticos se centra en el diseño de los “memes” adecuados. Los medios e Internet los difunden y repiten. A todo este fenómeno yo lo llamo “pensamiento zombie” en homenaje a nuestros adoradores caribeños.”
Pese al calor, sentí un escalofrío. Empecé a temer que la nueva escolástica superaba en argucias y cinismo a las controversias, genealogías y logomaquias de mi tiempo.
Pedí a Facebú que me iniciara en ese género de modernos ardides. El inquieto diablo se apresuró a hacerlo, ávido de corromper el Cielo.
“Por ejemplo, las metáforas. Una metáfora simplifica un problema complejo. Si el un bando consigue que la metáfora propia se imponga, la solución intuitiva de la metáfora gana puntos. No sólo eso, sino que nuevos datos se interpretarán en función de la metáfora triunfadora y la reforzarán. El descuido puede llevar rápido a los humanos a ajustar los hechos a las hipótesis en vez de las hipótesis a los hechos.
El nombre que se dé a un tema es importante. Debe reflejar aspectos elevados, positivos. Ese es el gusto humano, qué le vamos a hacer. Así, todo lo que esté a favor es bondadífico, y todo lo que se oponga maléfico. Por ejemplo, Seth Godin, cuyo blog aquí seguimos porque tiene nombre de deidad del inframundo, apuntaba que parte de la despreocupación con el problema del “calentamiento global” era que “calor”, “global” y hasta “invernadero” tenían connotaciones positivas.
La metáfora también suscita una narrativa, una interpretación. Por ejemplo, Internet suele asimilarse a tuberías, carreteras, compañías de logística, a un lugar con sus sitios y dominios, a una conversación, a un gigantesco cerebro o tratarse en términos casi metafísicos. Todas son imperfectas, lo que es lógico: Internet es lo más complejo que el hombre ha construido. Según el interés de lo que argumenta cada uno, se fuerza la metáfora que conviene.
A propósito, le regalo el capítulo octavo del libro “el Manual del Progresista” del sociolingüista Lakoff (en inglés). Seguro que lo encuentra iluminador. Narra como la construcción de la metáfora “Internet son autopistas” desde el interés de algunos agentes deriva en una narrativa típica y emocional, que hace héroes a unos y villanos a otros, prima unos valores sobre otros, hace olvidar cualquier otro aspecto relevante y que una vez fijada es difícil de conmover.”
Leo con interés el capítulo, así como alguna opinión zombie sobre el tema con frases como “la piedra angular que define la naturaleza”, “una palmaria evidencia”, “un axioma fundamental”, “desnaturalizar completamente la esencia” que me recuerdan demasiado la escolástica y la especulación de mis tiempos… Facebú prosigue.
“El sueño de un diseñador de metáforas es conseguir que el “título” de su propuesta quede como nombre del debate o principio fundamental. En el ejemplo de Lakoff "neutralidad de la red" en lugar del tema amplio de "qué es lo que deben regular los estados en Internet". Eso es perfecto, es el equivalente a cuando una marca queda como nombre genérico, como Kleenex o Gillete. Durante mucho tiempo se convierte en protagonista e "historia de referencia" en debates que deberían ser más plurales o razonados.
A esto se conoce como "marco del debate". Así es como llama Lakoff las formas de entender la realidad que el humano usa sin darse cuenta. Consisten, cómo no, en simplificar: resaltar algunos aspectos y establecer relaciones entre ellos. Por ejemplo, denuncia como los conservadores norteamericanos llamaron “Guerra al terrorismo” la ocupación de un país, para suscitar una metáfora conveniente que justifica la violencia. ¿No ha notado Vd que últimamente las leyes tienen nombres muy bonitos, como “de Economía Sostenible” o “Memoria histórica” cuando en realidad hablan de otras cosas? Es la influencia de la divulgación que hace Lakoff de estas estrategias: dar a las propuestas palabras o argumentos con resonancia emocional o cultural”
Quedo impactado. Los escolásticos que yo combatía se entretenían con corolarios, suposiciones y otras majaderías, que luego interpretaban alegórica, anagógica y tropológicamente. Pasatiempo inocente con estos tipos.
Facebú quiere rematar:
“Lakoff también habla de la “trampa del centrista”. Según él, no hay votos en el centro: las convicciones sobre cada tema suelen ser binarias, no lineales. Según su teoría, que en el infierno compartimos, no se gana armonizando posturas o pareciendo equidistante, lo que parece bien asimilado por la clase política y contribuye a la violencia verbal que acaba de observar y tanto nos complace. Al enemigo ni agua. Así que con esta innovación, aumentará el caos y la confusión, de las que mi señor es maestro. El infierno vencerá, y si te animas, te podemos ofrecer un puestecito.”
La moderación y el acuerdo que llevan a la “suma positiva”, al “win win”, es siempre racional, y ese ha sido el sentido del avance de la civilización. Me dí cuenta de que estos nuevos escolásticos en la sombra y los aprendices de brujo que los siguen, están forzando lo simbólico, las diferencias en principios, y la decisión basada en emociones. Es decir, una nueva era sectaria, carismática y menos racional y pragmática.
Pero no quiero que esto quede así. Por tanto, hablo al diablo en estos términos:
“Facebú, bien sabes que yo en vida he sido testigo de la inutilidad de buscar la paz y la reconciliación incluso entre los hombres más esclarecidos del momento. Sé que hay épocas en que la moderación no está bien pagada. Lo fue la Reforma y ésta también parece una de ellas. Vuestra innovación es una herramienta poderosa que puede cambiar el mundo. Así, tomaré partido por quienes llevan las de ganar.
Tu exposición me deja claro pues quién es el ganador. Si hay una metáfora común a todos, es que arriba es positivo, abajo es negativo. A uno se le eleva el ánimo frente a otro que se arrastra. Algo está en la cima o en cambio, entra en declive o se hunde. Uno asciende, o se rebaja. Si esta lucha se lleva a los últimos términos, el infierno del abismo no tiene mucho que hacer frente al Cielo… ¿no crees?”
Me parece que Facebú enrojece, aunque es difícil de decir en un diablo. Me contesta
“Vaya, touché. Por un momento pensé que la moda de las pelis de vampiros era buena señal”Y a vosotros, recordad que escribí en tiempos un libro llamado “Elogio de la estupidez”. Al llegar al Cielo, me comentaron los santos que entre los miles de millones de oraciones y ofrendas que gestionan, nunca jamás nadie había pedido ser menos estúpido. En mi libro ironizaba sobre lo bien que venía ser estúpido a algunos gremios. Pero hoy, amigos, creo que puede salir muy caro. Así que recen o espabilen.”
Enlace corto: http://bit.ly/9xifSX
Rafael Martínez
18 febrero, 2010|
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Rafael Martínez Alonso
Asesor, coach & formador
Rafael Martínez es profesor de Dirección Estratégica en el IE Business School, y advisor especializado en el acompañamiento estratégico de alta dirección y en el cambio empresarial.
Madrid, Madrid, España
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Fuente: Estratega
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Del mismo autor: Rafael Martínez Alonso
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