Claves para hacerse el tonto de una manera efectiva.
Por David Barreda.
Procesos y Aprendizaje.
Causas, claves y beneficios de hacerse el tonto de manera efectiva |
Hacerse el tonto puede llegar a ser muy rentable. Básicamente porque si lo haces bien te ahorras un buen puñado de batallas, de esas que aún ganándolas el beneficio no llega a compensar la confrontación.
Es más, cada día compruebo que ‘hacerse el tonto’ tiene más beneficios que ‘hacerse el listo’, ya que esto último genera más rechazo que lo primero. Lo curioso es que normalmente, cuando empleas la estrategia de ‘hacerte el tonto’ es porque estás delante de alguien que trata de ‘hacerse el listo’. No me digáis que no es curiosa la para-joda.
En definitiva, ‘hacerse el tonto’ es una cuestión de gestión emocional, de tomar la iniciativa aunque parezca todo lo contrario, de elegir la respuesta más efectiva en cada momento, aún a costa de dejar pasar determinadas actitudes, comentarios y conductas por parte de terceras personas.
Entrar al trapo de todo puede agotarnos. Los conflictos son inherentes a las relaciones humanas. Elegir en qué conflictos participar es una forma de efectividad. Participar en un conflicto respondiendo de la forma adecuada, frente a la persona o personas indicadas y con la intensidad justa un acto de madurez y eficiencia emocional.
En este sentido, ‘hacerse el tonto’ puede ser una forma de no participar en controversias o no generar confrontaciones, que además de ser más barato que lo contrario, bien mirado, acaba resultando un tipo de ‘velada’ respuesta asertiva.
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Cosas que nos sacan de quicio
La lista de cosas que te sacan de quicio siempre te aportará una información más que valiosa sobre lo que eres, tus necesidades, tus oportunidades de mejora y lo que te desgasta.
Dentro de las cosas que te sacan de quicio están determinadas conductas de los demás, frente a algunas tendrás que currarte algún tipo de respuesta directa… y frente a otras, a las que me refiero hoy, más vale ‘hacerse el tonto’.
No puedo elaborar una lista de cosas frente a las que mejor ‘hacerse el tonto’, porque esto me parece súper subjetivo (así que yo te animo a que te hagas la tuya propia), pero sí se me vienen a la cabeza algunas que me resultan significativas…
…son esas cosas que tienen que ver cuando detectas algún tipo de incongruencia en una persona que más vale dejar pasar, si no quieres meterte en una movida innecesaria; o aquellas situaciones en las que tratan de sorprenderte con alguna fanfarronada; cuando pillas alguna ‘mentirijilla’; o cuando alguien se esfuerza por dejar claro que su rol está por encima del tuyo de una forma u otra, o más ridículo todavía ‘que es más guay que tú’…
…bueno, no dejan de ser meros ejemplos, pero ya te digo que esto es subjetivo y que seguro que a ti se te ocurren unas cuantas de situaciones más…
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Ventajas de ‘hacerse el tonto’
En mi opinión, hacerse el tonto de manera efectiva, en el contexto y con la/s persona/as adecuadas, tiene una serie de ventajas.
Por un lado, incrementas tu capacidad de escucha y atención, esto es, al no tener el foco en ‘responder’ te permite centrarte en el emisor y su mensaje. Eso sí, hay que tener cuidado de no convertir nuestra respuesta en ‘ironía’, recuerda que te estás ‘haciendo el tonto’ y la ‘ironía’ es una muestra de inteligencia.
Tampoco vale ningún giro sarcástico mientras escuchamos, ya que teñiríamos nuestra actitud de un componente negativo emocional que nos terminaría delatando, (si decides hacerte el tonto, hazlo bien y con clase).
Todo esto también incrementa nuestra capacidad de observación, de tener una amplitud de miras más allá del detalle. Mirar no es igual que observar, lo primero es mecánico, lo segundo es, en mi opinión, uno de los actos de consciencia más poderoso que tenemos las personas.
Todo esto te posibilita la capacidad de ‘metaposicionarte’, esto es, de salirte fuera de la escena aunque estés metido en ella y observarla con la perspectiva de un espectador que esté en la grada… y que desde allí, puede diseñar una mejor estrategia de respuesta al tener mejor visión. La capacidad de análisis, por tanto, es otra de las competencias que pueden verse beneficiadas.
Además, hacerte el tonto desarrollará tu capacidad de ‘relativizar las cosas’, algo que te dará mucha más libertad de la que imaginas; tu capacidad de ‘ponerte en alerta’ y en definitiva, tu capacidad de elegir la respuesta más rentable en el contexto en el que te encuentres. Al final, tendrás más que claro si te merece la pena emprender una u otra acción.
Todo este desarrollo de capacidades se irá al garete si mientras nos estamos ‘haciendo el tonto’ nos perdemos en juicios y prejuicios, en vez de tomar conciencia de nosotros, nuestra conducta y nuestro propósito.
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Retos a la hora de ‘hacerse el tonto’
Pues como este es un post muy subjetivo, basado en mi opinión, los retos aquí son los que cada uno se encuentre.
Eso sí, bien pueden parecer como retos recurrentes o aspectos a soportar de la manera más gloriosa posible: el no dejar en evidencia a la otra persona; la vergüenza ajena que te puede invadir; o que no nos dejemos enganchar emocionalmente con el mensaje que nos están lanzando (en este caso, ya no será posible hacerse el tonto ya que habremos caído prisioneros de nuestro interlocutor o interlocutora).
Por otro lado, existen unas líneas rojas ante las que tendremos que tener especial cuidado y que tienen que ver con comentarios que atentan contra nuestros valores, los percibimos con una fuerte carga de injusticia, falta de compromiso, etc., ya que aquí se nos pueden quitar todas las tonterías de golpe y perder el control… en cuyo caso también habremos caído en la trampa, y además del control habremos perdido nuestra capacidad de respuesta.
Y es que, la verdad, si bien hay cosas frente a las que mejor no hacerse el tonto, esto no implica que tengamos vía libre para ‘hacernos el bestia’ y perder nuestra hipotética razón por nuestros modos y maneras, reconozco que todo esto no es sencillo (pero es entrenable).
Todos estos retos serán más complicados precisamente cuando se tocan cuestiones vitalmente importantes para nosotros, estemos tratando con familiares o con personas especialmente cercanas y/o relevantes, por un motivo u otro.
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Lo peor y lo mejor de ‘hacerse el tonto’
Lo peor de hacerse el tonto es que al final se acaben creyendo que eres tonto. Aunque quizás esto tenga que ver con el nivel de soberbia de la otra persona, esto es, a mayor soberbia ajena más probabilidades exista de que te termine tomando por tonto, lo cierto es que en cualquier caso siempre se corre cierto riesgo de que te terminen tomando por tonto de una manera definitiva (y en el peor de los casos irremediable, si se abusa en exceso del ejercicio de la ingenuidad).
Por ello no está demás enriquecer nuestro ‘hacernos el tonto’ con la gama de matices que nos ofrece el modo ‘tonto-listo’, esto es, el modo del que bien parece tonto, bien sabemos que no lo es, y que llegado el momento sabe posicionarse y marcar los límites.
Por otro lado, lo mejor de hacerse el tonto, en definitiva, probablemente tenga que ver con que no pierdes la capacidad de decisión, mejoras y desarrollas tu gestión emocional en determinados contextos que pudieran convertirse en ‘contextos delicados’, y ganas en perspectiva y libertad.
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Esto no es apología de la estupidez
Por último, comentarte que no estoy haciendo apología de la ‘tontería’, ni mucho menos de ir por la vida ‘haciéndote el tonto’, nada más lejos de la realidad.
Simplemente reflexiono sobre la capacidad que tenemos de hacernos el tonto y en si la optimizamos o no en circunstancias determinadas, en las que podemos terminar con la agradable y liberadora sensación de haber driblado algún obstáculo, de haber sorteado alguna piedra con la que hemos decidido NO TROPEZAR y a la que no le hemos dado demasiada importancia… tu mandas, tú decides y sobre todo…
…cuidado al salirte del traje y dejar de ‘hacerte el tonto’, no los vayas a asustar demasiado… y ten en cuenta que de ‘hacerse el tonto’ a ‘hacerse el listillo’ hay solo medio paso.
David Barreda
06 de junio de 2016
David Barreda
Comunicativo, proactivo, emocional y creativo para que descubras tu visión y tu misión, para que vivas tus valores dejando marca.España.
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Fuente: Procesos y Aprendizaje
Imagen: Lazy employee
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