Ciencia vs. Sentido Común: Todo es obvio si conoces la respuesta (post-483).
Por Amalio Rey.Blog de Amalio Rey.
Cinco errores del sentido común. Todo es Obvio si conoces la respuesta |
Terminé de leerlo hace unos meses, y aquí va mi reseña sobre un tema que da mucho más juego del que uno pueda suponer.
En la Wikipedia se refieren al ‘sentido común’ como: “la facultad para orientarse en la vida práctica” (Henri Bergson) que “se atiene a lo que puede funcionar y no es perfeccionista, sino que prefiere lo razonable” (Lin Yu Tang). Es conocimiento tácito colectivo o “inteligencia social” que se ha embebido en las normas y prácticas sociales.
Suele tener una connotación positiva al ser ideas que se plantean con claridad, sencillez y cercanía. Quizás por eso Jack Trout dice que es “el pensamiento que comparten muchos”, y ahí precisamente podemos tener el primer problema, como ya veremos.
La paradoja del sentido común
El sentido común es una cualidad que se asocia habitualmente con observaciones y conclusiones de apariencia obvia. Si nos dicen que algo es “de sentido común”, lo que nos están diciendo es que es una obviedad. Es abrumadoramente práctico, así que es suficiente con saber que algo es así, pero no hace falta saber por qué. También parece ser que sólo nos percatamos de él cuando percibimos que falta.
Duncan Watts afirma que existe una “paradoja del sentido común” porque es cierto que éste puede ayudarnos a encontrar lógica y orden en el mundo, pero al mismo tiempo también socava activamente nuestra habilidad para comprenderlo bien. Se basa en el pensamiento instintivo, del tipo que describe Daniel Kahneman como Sistema-1 o “pensamiento rápido”.
Al ser un razonamiento natural, que transcurre en principio con poco esfuerzo porque está basado en la intuición y la experiencia, tiende a ser automático, lo que puede desmotivar a que se haga un esfuerzo deliberado por profundizar en las cosas. Simplifica el análisis para ahorrar energía mental y entiende poco de estadística, y por eso es propenso a cometer sesgos o errores sistémicos.
Sentido común versus pensamiento crítico
La tesis principal de Watts es que el sentido común está sobrevalorado, y que un uso equivocado de él va en detrimento del pensamiento crítico. El libro aporta muchos ejemplos de cómo el sentido común puede ser una manifestación de pereza mental y de desprecio al enfoque científico.
Watts opina que exageramos la fiabilidad del sentido común para interpretar y predecir el comportamiento de personas y grupos: “Cuando el sentido común es utilizado más allá de los hechos cotidianos (donde es increíblemente efectivo), puede fallar estrepitosamente”.
Un ejemplo habitual de este error es echar mano de él para resolver temas complejos como las políticas públicas o los problemas sociales, lo que lleva a preguntarse por qué es tan fácil aceptar que disciplinas como la física, la química o la biología son “científicas”, y necesitan ingentes esfuerzos de investigación; mientras que el estudio de problemas asociados a los comportamientos humanos (que es con diferencia lo más complicado que existe), para algunos parece una mera cuestión de sentido común.
Cuesta que la gente entienda que hay que hacer ciencia para encontrar respuestas adecuadas a los desafíos sociales.
La ironía de todo esto es que cuando juzgamos errores cometidos por políticos y decisores públicos, nuestra reacción no es criticar su sentido común, sino demandar que lo usen más (“Necesitamos recuperar el sentido común” es el latiguillo); pero la realidad es que fallan muchas veces no porque ignoren el sentido común, sino porque confían demasiado en el suyo para razonar o predecir el comportamiento de personas que son diferentes a ellos.
Las motivaciones y circunstancias que moldean su sentido común, y desde el que pretenden interpretar la realidad, pueden diferir mucho del comportamiento de la mayoría.
Algunos errores del sentido común
En resumen, el sentido común es maravilloso para encontrarle sentido al mundo, pero no necesariamente para comprenderlo. Creemos que entendemos por qué ocurren las cosas, y esa falsa ilusión de entendimiento desmotiva a tratar los problemas sociales con el mismo rigor de investigación que lo hacemos para la medicina o la ingeniería, donde sí reconocemos nuestra ignorancia.
Ahí van algunos ejemplos:
1. El mito de la predicción:
Nuestra habilidad para encontrar sentido a un comportamiento que hemos observado (hecho pasado) no implica que tengamos la misma habilidad para predecirlo (hecho futuro). No distinguir esa diferencia suele ser un error muy frecuente en el razonamiento basado en el sentido común.
2. Correlación y causalidad:
El sentido común resbala bastante al determinar causalidad. Watts usa como ejemplo los análisis de rentabilidad publicitaria, cuando las empresas quieren saber si la inversión realizada en publicidad es la causa real del aumento de ventas. El sentido común suele obviar que “correlación” no implica “causalidad”.
Para separar ambos factores, habría que realizar experimentos en los que el “tratamiento” (por ejemplo, una campaña publicitaria) se aplique en unos casos y no en otros. Si el efecto buscado se da significativamente más en la muestra donde se aplicó el “tratamiento” que en el que no (grupo de control), entonces se puede concluir que hay causalidad.
Sin experimentos de este tipo, es casi imposible determinar causa y efecto, y por lo tanto medir el verdadero retorno de la inversión de una campaña publicitaria.
3. Ponderación entre factores causales:
Aunque los humanos somos generalmente buenos para percibir los factores que pueden ser potencialmente relevantes para un problema dado, somos generalmente malos a la hora de estimar cuán importante es cada factor en relación con el otro. Fallamos bastante en la ponderación, que es algo que necesita por lo general de análisis estadístico.
4. Exagerar el papel de determinados individuos:
Otro sesgo bastante habitual es asumir que ciertos eventos o resultados colectivos fueron determinados por un número limitado de personas importantes e influenciadoras. Watts pone el recurrente caso de Apple como ejemplo de nuestra tendencia a atribuir a un solo individuo el éxito de una compañía que emplea a decenas de miles de personas de gran talento.
La prensa refuerza también ese sesgo del sentido común porque prefiere usar narrativas simples centradas en personajes carismáticos en vez de buscar explicaciones más complejas basadas en factores sociales, económicos y políticos.
5. Problema Micro-Macro y el “individualismo metodológico”:
Los análisis de los comportamientos colectivos suelen padecer del llamado “Individualismo metodológico”, que consiste en explicar fenómenos sociales colectivos desde la perspectiva de las creencias, acciones e intenciones de personas individuales.
Los sociólogos llaman “micro-macro problem” a las dificultades de comprender los fenómenos de emergencia, donde el comportamiento del todo no se explica por el de las partes. En estos casos se tiende a ignorar el efecto de la interacción entre cientos o miles de individuos porque no es nada fácil, y a veces imposible, seguir el rastro de la secuencia de interacciones que puede desencadenar la emergencia de un evento o resultado colectivo.
Uno puede saber todo sobre los individuos de una población dada, y aun así no ser capaz de predecir mucho acerca de cómo va a ser el comportamiento colectivo resultado de la agregación. Pasar de lo micro (individuos) a lo macro (colectivo) es un enigma bastante complejo de desentrañar, pero en vez de reconocer esa complejidad, terminamos usando atajos argumentales bajo la coartada del sentido común.
Más ciencia y menos sentido común
Aprender a pensar como sociólogo, recuerda Watts, consiste precisamente en aprender a cuestionarse nuestros propios instintos acerca de cómo funcionan las cosas. Es por eso que tenemos que sustituir sentido común por más ciencia.
Hace falta testar nuestras teorías con observaciones y experimentos serios, y creer más en lo que dicen los (buenos) datos con independencia de lo que nos susurre la intuición: “Deberíamos confiar menos en nuestro sentido común, y más en lo que podemos medir”, concluye el autor.
Por cierto, me gusta su propuesta de pensar más sobre cómo pensamos, tema al que dedicaré varios posts en lo adelante.
Por Amalio Rey
el 01/03/2016
Amalio Rey.
Director en eMOTools.
Málaga y alrededores, España.
Consultoría de estrategia y operaciones.
Actual: emotools.
Anterior: Universidad Carlos III de Madrid, SOCINTEC.
Educación: Instituto Superior de Relaciones Internacionales.
Twitter: @arey https://twitter.com/arey
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