2018-04-02

Cómo sobrevivir a los impresentables II: 8+9 Estrategias de defensa.

Estrategias para sobrevivir a los impresentables

Por Isabel Carrasco.

Hablemos de Liderazgo.

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Cómo sobrevivir a los impresentables II: 8 +9 Estrategias de defensa

Robert I. Sutton, enThe asshole survival guide. How to deal with people who treat you like dirt”, que estamos comentando, plantea una serie de recomendaciones para lidiar con las personas que intentan maltratarnos en el trabajo. Entre ellas destacan:


I.- ESTRATEGIAS DE DEFENSA


1.- Reformular nuestro comportamiento para que sea menos nocivo para nosotros.


Podemos utilizar las técnicas empleadas en la terapia conductual cognitiva para intentar ver las experiencias negativas de forma más positiva: los psicólogos sociales y otros investigadores han mostrado que reformulando los hechos que nos perturban o experiencias angustiosas de una forma más positiva, aunque no las eliminan, si nos pueden aliviar.

Por ejemplo, según interpretemos la misma experiencia como un reto divertido y emocionante o como una amenaza inquietante reaccionaremos de manera distinta.

Reformular es una defensa común contra los impresentables en el mundo laboral. Cambiar como definimos a las personas y a los hechos puede ser como si nos pusiésemos una coraza protectora que nos defiende de las personas que quieren dañarnos. Resulta aconsejable desarrollar fórmulas que sean útiles en colaboración con otros compañeros, amigos, familiares que estén experimentando situaciones similares.

De esta forma contaremos con aliados que nos ayudarán a sobrellevar los tiempos difíciles cuando los impresentables estén en el sendero de guerra o nuestra autoconfianza se resienta, así como podremos ayudar a los demás cuando lo necesiten..

2.- Ocho trucos mentales protectores:


a).- “No es mi culpa”.


Los terapeutas cognitivos describen el convencernos de que no somos responsables del comportamiento de nuestro atormentador como la reversión o el enfriamiento de la “personalización destructiva” por la que pensamos que es culpa nuestra que los demás se comporten de forma negativa con nosotros, en lugar de considerar primero otras interpretaciones más lógicas para su comportamiento.

Los experimentos de Jens Blechert y sus colaboradores en la Universidad de Stanford corroboran este enfoque. Blechert mantiene que: “si estás entrenado para reevaluar y sabes que tu jefe está frecuentemente de mal humor puedes prepararte para una reunión con él para que cuando empiece a gritar no te afecte y puedas no sentir nada”.

b).- Minimizar la amenaza.


La táctica “no es tan malo” implica reconocer primero que estamos en un mundo de impresentables, pero que es menos dañino de lo que pensábamos en un inicio.

Los terapeutas cognitivos trabajan con los pacientes que tienen una visión de túnel o filtros mentales que les hacen fijarse únicamente en las partes negativas de una situación para que la intenten contemplar de una forma más positiva. Si tenemos que tratar con impresentables este tipo de planteamiento puede ofrecer protección ante ellos.

c).- Centrarse en las ventajas.


Supone admitir que el tratamiento que estamos recibiendo es lamentable pero que estamos obteniendo algunos beneficios. Este abordaje puede ser útil cuando tenemos que relacionarnos con personas desagradables durante largo tiempo o para ayudarnos a sentirnos mejor cuando recordamos más tarde. Por ejemplo podemos pensar que ha servido para endurecernos y aprender a convivir con situaciones complicadas.

d).- Ignorar el comportamiento y no reaccionar ante las provocaciones.


Michelle Obama mencionó esta estrategia en su discurso en la Convención Nacional Demócrata en Filadelfia en 2016 al referirse a los consejos que ella y su marido daban a sus hijas adolescentes en relación con el lenguaje de odio que escuchaban sobre figuras públicas. Les explicaban que cuando alguien es cruel o actúa como un “bully” no hay que descender a su nivel y que su lema tenía que ser cuando ellos se degradan nosotros ascendemos.

Este truco mental implica que nos tenemos que decir a nosotros mismos y a los demás que no tenemos que descender al nivel de nuestro atormentador y que al hacerlo somos mejores personas que él. Esta estrategia sirve a los acosados a sentir orgullo por ser superiores y al responder a la malicia con serenidad y educación reduce las posibilidades de caer en un círculo vicioso de hostilidades mutuas.

e).- Perdonar.


Aunque el impresentable no merezca ser excusado este enfoque puede servir para que nos sintamos menos degradados. Este tipo de estrategia de reformulación se apoya en la teoría e investigaciones sobre el perdón. Muestra que aunque el impresentable no se disculpe si nosotros lo hacemos nos liberará y dejará que el daño se minimice.

Investigaciones sobre “bullying” y sobre transgresiones interpersonales demuestran que el perdón ayuda a que las víctimas dejen ir el resentimiento constante y los pensamientos de venganza, con lo que aunque no lo merezcan de esta forma nos sentiremos libres de ellos y dueños de nuestro destino.

f).- Buscar el lado divertido.


“Relájate, es sólo una broma” es una defensa que los impresentables utilizan para justificar sus terribles palabras y hechos. Pero el humor es tanto un arma como una coraza. Reformulando la crueldad o insensibilidad que nos muestran como divertida, absurda o ridícula puede amortiguar el daño.

Investigaciones que utilizan la escala de “Humor para afrontar situaciones” de Rod Martin muestran que las personas en situaciones angustiantes sufren un menor daño emocional y físico si son capaces de ver un lado divertido en las mismas. Parece ser que si encontramos y nos enfocamos en aspectos divertidos o absurdos de las actuaciones del impresentable y en cómo nosotros o los demás respondemos puede servir de protección.

g).- Considerar que es una situación temporal.


El mantra a utilizar en este enfoque es: “esto también pasará”. Cuando atravesemos un momento malo podemos decirnos que es temporal y recordar otras situaciones similares a las que nos hemos enfrentado en el pasado y que ya no nos afectan.

Parecen existir dos razones por las que el distanciamiento temporal ayuda a afrontar el estrés y son que la mayoría de las personas son más optimistas con respecto al futuro que al presente y el poder protector de la impermanencia. Al mirar al futuro distante las personas se sienten reconfortadas al ser conscientes que sus preocupaciones actuales y la angustia que les generan son temporales y recuerdan los dichos: “el tiempo cura todas las heridas” o “el humor es la tragedia a la que se añade el tiempo”.

Para sobrevivir a los impresentables que nos encontramos en el momento actual podemos imaginar que han pasado horas, días o meses, dependiendo del tiempo que pensemos que el abuso puede durar y centrarnos en lo poco que vamos a estar preocupados por estas actuaciones en el futuro por lo que no debemos dejar que nos afecten en el presente.

h).- Utilizar la desconexión emocional.


Esta es la estrategia en la que decimos: “sinceramente no me afecta”. Puede tener graves inconvenientes como la pérdida del trabajo. Evidencia de diversos investigadores, entre otros de Gallup, muestra que cuando los profesionales se sienten “más comprometidos” con su trabajo y con sus compañeros y jefes son más productivos, colaboradores, creativos, se sienten más felices y están más dispuestos a aportar un esfuerzo extra y menos a abandonar a la organización. Por el contrario la desvinculación tiene el efecto contrario.

La desconexión emocional, el desapego y el distanciamiento es en ocasiones una respuesta humana terrible y completamente predecible ante situaciones malas. Cuando alguien nos trata como si fuésemos basura es difícil que le prestemos nuestra plena atención y nuestros esfuerzos completos y practicar el fino arte de que no nos importe nada la persona que nos maltrata puede protegernos y hacer que mantengamos nuestra cordura y salud física.

Tres niveles de desconexión emocional


La clave de esta estrategia es ser conscientes de que hasta las personas que se enfrentan a un maltrato suave pueden beneficiarse si utilizan algún tipo de desconexión y si el abuso se vuelve más intenso y generalizado la desconexión más profunda está justificada y es necesaria.

Sutton propone la siguiente jerarquía:

Nivel 1: desconectar cuando no se está trabajando.


Este es el nivel más bajo de desapego. Los impresentables en el trabajo pueden estar volviéndonos locos pero cuando no estamos trabajando nuestra atención se centra en nuestra vida privada para poder recobrar el equilibrio, disfrutar de la vida y contar con recursos para los duros tiempos a los que nos vamos a tener que enfrentar. Está comprobado que cuando los profesionales asediados rumian demasiado sobre sus horribles jefes, compañeros o clientes muestran síntomas de que no están asumiendo la situación de forma sana.

Al menos una docena de estudios han utilizado un sistema de medida de la desvinculación psicológica desarrollado por Sabine Sonnentag y Charlotte Fritz para examinar el impacto de la desconexión mental del trabajo durante horas. La mayor parte de los mismos han encontrado que los empleados trabajaban mejor cuando evitaban los pensamientos repetitivos sobre lo que ocurría o podía ocurrir en el trabajo. Presentaban menos problemas de salud física y mental, menores dificultades para conciliar el sueño, menor fatiga, mejor desempeño y productividad y menores conflictos entre los roles profesionales y familiares.

El reto, naturalmente, es encontrar la manera adecuada de realizar esta desconexión del trabajo y más en el momento actual con todas las tecnologías que facilitan que estemos permanentemente conectados.

Nivel 2: desconectar exclusivamente en los momentos peores.


Este nivel implica responder a las malas experiencias o a las personas que nos maltratan dando lo menos posible de nosotros que podamos, exclusivamente haciendo lo básico, pensando en cosas mejores y esencialmente reaccionando ante los “bullies” con un distanciamiento emocional. Pero cuando nos encontramos con personas más educadas estamos dispuestos a darnos y ofrecerles todos nuestros talentos y atención.

Existen evidencias de que los profesionales se protegen a sí mismos de los conflictos disfuncionales aplanando las emociones que sienten y expresan. Un estudio realizado por Ashley Nixon y sus colaboradores mostró que las personas reaccionamos ante los argumentos y desacuerdos en el trabajo modificando la respuesta visible al conflicto con mecanismos como la supresión de las emociones negativas o la expresión de falsas emociones positivas.

El fundamento se centra en que al responder sin ira, tristeza o dolor solo una versión de sí mismos lo más anodina y superficial les da a los impresentables menos combustible para manifestar hostilidad al tiempo que supone una forma pasiva agresiva de venganza porque frustra a los atormentadores.

Nivel 3: Desconectar la mayor parte del tiempo.


Esta es la mayor forma de desvinculación. Es una estrategia que debe ser reservada sólo para las ocasiones en las que nuestra organización o equipo parece que nos ofrece solo permanentemente insultos personales, donde somos constantemente tratados como basura, donde el abuso proviene de todos los frentes y donde recibimos desde los niveles más superiores crueldad.

Implica dar lo menos posible de nosotros. El objetivo se centra en dar lo mínimo mientras nos protegemos de su ira.

Una investigación de Gallup muestra que los profesionales que se han convertido en zombies trabajadores totalmente descomprometidos faltan al trabajo con más frecuencia, abandonan en un mayor porcentaje no se sienten orgullosos de su organización y son menos productivos.

Nueve frases que pueden reducir el daño


Sutton recomienda el pensar en una serie de dichos que pueden reducir el daño. Entre ellos destaca:

a).- No estás solo….
“Gran cantidad de personas están sometidas a la misma situación desagradable. No estoy loco ni soy una mala persona”
“Nos tenemos unos a otros. Al menos no estamos solos.”

b).- No soy culpable….
“No tengo que tomarlo como algo personal. No es mi culpa que actúe como un cretino”.
“Él es el que se tiene que sentir mal no yo”.

c).- La situación no es tan mala…
“Realmente es un impresentable pero me he tenido que enfrentar a cosas peores”.
“Estos impresentables son bastante inofensivos comparados con los de otros sitios”.

d).- Tiene ventajas…..
“Estamos obteniendo tanto de él que merece la pena aguantarle”.
“Existe un tesoro debajo de toda esa maldad”.

e).- Es mejor no responder….
“No me pondré a su nivel. Soy mejor que eso”.
“Cuando ellos se degradan yo asciendo”.

f).- Desarrollar simpatía por el diablo….
“Es un cretino, pero ha tenido que sobrevivir a tiempos tan duros que no se lo tendré en cuenta”.
“No olvidaré lo que me ha hecho, pero entiendo porque fue tan mezquino aunque estuviese equivocado. Le perdono. Es lo mejor para mí”.

g).- Ver el lado divertido….
“Es mejor reír que llorar y estos impresentables son bastante divertidos”.

h).- Mirar atrás desde el futuro….
“Esto también pasará. El tiempo todo lo cura.”
“Parecerá una tontería cuando piense en ello dentro de un tiempo”.

i).- Desconectar….
Nivel 1: “ Voy a hacer algo diferente y a pensar en algo agradable esta noche”.
Nivel 2: “Cuando el impresentable actúe voy a pensar que no está presente”.
Nivel 3: “No me importan estas personas abominables. Voy a dar lo menos posible, sobrevivir cada día y no dejar que me afecten personalmente”.

Isabel Carrasco en 10:07
Domingo, 11 de marzo de 2018

Isabel Carrasco

Jefe Departamento Desarrollo Profesional y Gestión del Conocimiento en Consejería Sanidad
Consejería Sanidad
Universidad Complutense de Madrid
Madrid y alrededores, España
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Fuente: Hablemos de Liderazgo

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