Harto del fast food de Pensamiento Positivo (post-510).
Por Amalio Rey.
Blog de Amalio Rey.
La Psicología Positiva contra los peligros del Pensamiento Positivo |
Me gusta la Psicología Positiva. Aprecio que haya gente que estudie no sólo las patologías y desviaciones negativas del ser humano, sino también las bases de la felicidad y del bienestar psicológico.
He leído libros muy buenos de Psicología Positiva. El primero fue “La auténtica felicidad”, cuyo autor es el profesor Martin Seligman, quien puede considerarse uno de los padres de esta corriente. Recuerdo que el libro era grueso como un ladrillo y me lo leí en un pispas. Me encantó.
Ese otro genio de apellido impronunciable, Mihaly Csikszentmihalyi, nos regaló otra joya del género, “Flow” (Fluir), que es probablemente el mejor libro sobre la felicidad que se haya escrito nunca. En ambos casos lo que más me atrajo es que eran obras basadas en resultados de investigación serios, con mucha ciencia y evidencia empírica detrás. No se afirmaba nada sin un estudio que lo demostrara.
En esas descubrí a autores que se mueven en el registro de la Psicología Cognitiva, que aparece como respuesta al determinismo (o fatalismo, diría yo) de la escuela conductista, que aunque su principal misión es corregir fallos del pensamiento irracional, y por lo tanto son terapeutas que ayudan a personas con problemas, tienen una eficacia demostrada para reconducir situaciones hacia un disfrute sensato de la felicidad.
Psicólogos como Albert Ellis o David D. Burns (Su “Sentirse bien” es un must, un manual muy recomendable) enseñan estrategias para enfrentarse a las disfuncionalidades pero al mismo tiempo trazan rutas que aportan luz para llegar al bienestar sobre bases sólidas, y por eso pienso que tienen puntos de contacto con la Psicología Positiva.
Más recientemente he leído libros que dan pistas interesantes sobre cómo acercarse a la felicidad. No hace mucho uno del profesor de la London School of Economics, Paul Dolan, que me enganchó de cabo a rabo. Aquí tienes una reseña que hice del libro: “Felicidad por Diseño”, en la que me extiendo en explicaciones. Su enfoque me atrajo porque mezcla nociones de Economía, se basa también en resultados científicos, y su hipótesis principal es que la felicidad está determinada por el modo en que asignamos la atención, una afirmación que me parece muy acertada.
En fin, lo que quiero decir es que no tengo nada en contra de la Psicología Positiva con base científica y argumentos robustos. Todo lo contrario porque de hecho me he servido bastante de sus recomendaciones; pero lo que uno ve publicado por ahí bajo el sello (o pócima mágica) de “pensamiento positivo” es mayoritariamente de una simpleza ridícula, que insulta a la inteligencia.
Estoy de acuerdo con la mayoría de las críticas realistas que hace Bárbara Ehrenreich en su ensayo “Sonríe o muere” (no te pierdas esta magnífica entrevista que le hace La Vanguardia) cuando desmonta muchas de las trampas contenidas en esa moda del “no dejes de sonreír”, “si quieres, puedes”, “sueña y lo conseguirás” o “la vida no es encontrar tus límites, es darte cuenta de que no tienes ninguno” (último viral irresponsable de Nike), entre otros.
Además de ingenuos, que es lo de menos, se trata de bromas de mal gusto, y peligrosas, para una gestión saludable de las expectativas. Esto, por ejemplo, ha hecho mucho daño en el mundillo de los (pretendidos) emprendedores.
No hay un día que no me salpique por Twitter y Facebook alguna cita o recomendación exaltada de las virtudes de imponerse a rajatablas el pensamiento positivo. Las redes sociales se convierten a menudo en un vertedero de topicazos enlatados. Consejos que son clichés como la copa de un pino. Citas empalagosas, pringosas y simplonas, que se nos presentan como grandes revelaciones.
Y lo peor, que esas ideas tontas generan a su vez una batería de comentarios reafirmadores que son cada vez más tontos. El siguiente paso es su traslado y venta al circo empresarial en forma de Manajement de alcantarilla. Hay todo un negocio alrededor de esto, que a menudo contradice la forma ambiciosa en que viven los propios conferenciantes que nos venden las recetas.
Siento decirte que la vida es otra cosa. No vas a poder cambiar todas las circunstancias que te condicionan solo pensando de forma optimista. La vida es difícil y dura. Hay que vivirla tal como es, con sus luces y sus sombras. Es peligroso esconder la suciedad bajo la alfombra porque lo que conviene es reconocerla y afrontarla. Tenemos límites, y la felicidad no consiste en luchar obstinadamente por traspasarlos sino en reconocer que podemos vivir perfectamente con ellos y ser felices. Hay muchas cosas que no vas a poder controlar, ni cambiar.
No es verdad, insisto, no es verdad que podemos hacer todo lo que queramos. Es un embuste monumental y una inagotable fuente de fracasos esa cantinela del “si quieres, puedes”. Hay cosas que no vas a poder hacer bien, y punto. Por falta de recursos, porque te falta talento, porque tienes dependencias de las que no puedes librarte si eres responsable o porque sencillamente, el destino se ha empeñado en que pongas la atención en otra cosa. El pensamiento positivo no te va a sacar de esas limitaciones si son reales.
El optimismo infundado puede ser adictivo. El pensamiento positivo que nos venden termina siendo una tiranía porque entraña una gestión dopada de las expectativas. Y a estas alturas deberíamos saber que inflar las expectativas es peligroso. Lo único cierto es que somos vulnerables y que no hay nada malo en ello. Reconocerlo es lo más saludable que puede hacerse por uno mismo, y por los demás.
Por cierto, nada de lo que estoy contando aquí significa ser conformista. Quien me conoce sabe que jamás daría un consejo así. Si deseamos o nos gusta algo de verdad, para lo cual conviene estar convencidos, hay que intentarlo. Pero si no sale, a otra cosa mariposa. No hay que estresarse tratando de ser una persona que no somos, ni podemos ser.
Tampoco estoy negando que los pensamientos influyan en la conducta y en los sentimientos. Que dios me pille confesado. Si he dicho que me gusta la Psicología Cognitiva es porque acepto ese principio. Lo que estoy diciendo es que una cosa es aprender a pensar bien (esa es la clave), y otra hacerlo siempre con ideas bonitas.
Estar vivos, y sobre todo poder hacerlo con dignidad, ya es un regalo, así que por poner un puntito alegre a este post, te dejo con este vídeo breve que me pasó esta mañana mi @guambiana, en el que se desmontan “a la mexicana”, con lenguaje coloquial y una gracia muy sabia, algunos de los mitos cansinos del pensamiento positivo, que el autor del vídeo llama “pensamiento mágico pendejo”
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Por Amalio Rey
el 23/08/2016
Amalio Rey:
Licenciado en Economía Internacional y Máster en Análisis y Gestión de la Ciencia y la Tecnología por la Universidad Carlos III de Madrid. Fundador y director de eMOTools, empresa con sede en Málaga (España) especializada en investigación, consultoría, curación de contenidos y formación en modelos avanzados de Gestión de la I+D y la innovación.Amalio Rey.
Director en eMOTools.
Málaga y alrededores, España.
Consultoría de estrategia y operaciones.
Actual: emotools.
Anterior: Universidad Carlos III de Madrid, SOCINTEC.
Educación: Instituto Superior de Relaciones Internacionales.
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Fuente: Blog de Amalio Rey
Imagen: Positive Thinking
Del mismo autor:
Amalio Rey:- - La Psicología Positiva contra los peligros del Pensamiento Positivo 29
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