Los buenos directivos equilibran la inteligencia analítica y la emocional.
Por Isabel Carrasco.
Hablemos de Liderazgo.
Ocho consejos para equilibrar tus inteligencias analítica y emocional. |
Melvin Smith, Ellen Van Oosten y Richard E. Boyatzis en hbr.org del pasado 12 de junio plantean que en tiempos como los actuales, y como resultado de la pandemia que estamos sufriendo, los trabajadores se sienten estresados, tienen miedo y están preocupados por su salud y por su trabajo.
Los directivos experimentan lo mismo pero tienen que seguir gestionando un presupuesto, garantizando unos productos y servicios y tomando decisiones complicadas para mantener la viabilidad de sus organizaciones.
Es imprescindible que se tengan en cuenta las necesidades, temores y preocupaciones de los profesionales, pero también es vital que se solucionen los problemas urgentes y que se tomen las decisiones críticas para la supervivencia de la organización.
El problema surge porque para hacer estas dos tareas necesitamos activar dos partes distintas de nuestro cerebro y en ocasiones podemos quedarnos atascados en una de ellas.
Las investigaciones de Anthony Jack muestran dos de las principales redes neuronales que funcionan en nuestros cerebros. Éstas son:
a).- La red analítica (AN), que es la que se encarga de las tareas y es la que utilizamos cuando resolvemos problemas o tomamos decisiones. Nos permite el pensamiento analítico, poder “escanear” el entorno y mantenernos abiertos a nuevas ideas y personas.
b).- La red “empática” (EN). Ambas redes se oponen y se desactivan entre sí . Si una está activada la otra está desactivada. Anthony Jack llama a estas dos redes “ los polos opuestos del razonamiento”.
Las dos implican una actividad cognitiva, pensamiento rápido y lento y un razonamiento, pero el razonamiento de AN se ocupa más de la información y el análisis mientras el razonamiento EN se centra más en las personas o en observaciones cualitativas.
Los autores proponen para lograr el equilibrio adecuado seguir una serie de recomendaciones. Éstas son:
I.- Ser conscientes de cuál es nuestra red predominante.
Para ello nos podemos hacer las siguientes preguntas:
a).- ¿Cómo estoy procesando las cosas en este momento?: ¿Estoy pensando en hechos concretos, detalles o soluciones? o ¿Estoy reflexionando más abiertamente y creativamente sobre las posibilidades? ¿Estoy pensando en los que es objetivamente correcto o incorrecto? o ¿Estoy valorando los méritos relativos de lo que parece justo moralmente?
b).- ¿Qué tipo de situaciones o actividades me introducen en mi red analítica? , ¿Qué tipo de situaciones o actividades me conducen a mi red “empática”?
c).- ¿En conjunto paso más tiempo en mi red analítica o en la “empática”?
II.- Ejercitar nuestra red neuronal menos predominante.
Existen diversas formas de ejercitar nuestras redes AN y EN y lo más recomendable es dedicar más tiempo a la que utilizamos con menos frecuencia. Podemos en el caso de:
1.- “La red “empática”:
a).- Mantener una conversación diariamente en la que nuestro único propósito sea comprender a la otra persona, no para solucionarle un problema ni para aconsejarla.
b).- Cuando escuchemos a alguien debemos dejar de hacer lo que estemos haciendo o de pensar en otras cosas para procurar dar a esa persona nuestra atención plena, intentando captar el lenguaje corporal, su estado de ánimo, el tono de su voz, etc.
c).- Si pensamos que hay algo que sabemos con relativa certeza, cuestionemos ésta y consideremos otras opciones.
2.- La red analítica:
a).- Reservar determinados momentos para completar algunas tareas, aunque no exista una urgencia para hacerlo.
b).- Identificar una situación en el trabajo que requiera un nuevo enfoque para poder finalizarla satisfactoriamente e investigar distintas posibilidades que incluyan la utilización de nuevos recursos en los que normalmente no pensaríamos (pueden ser personas), analizar sus ventajas e inconvenientes, considerando el coste de cada una de sus potenciales contribuciones.
c).- Preparar una lista de todos los gastos mensuales personales y analizar las tendencias mensuales a lo largo de un año y los gastos más elevados para en este caso ver si se han cumplido las expectativas generadas por los mismos.
III.- Practicar el procurar mantener el equilibrio entre las dos redes.
Si hemos dominado ya la habilidad de detectar en qué red estamos operando en un determinado momento y hemos desarrollado la capacidad de activar la que es necesaria a demanda estamos preparados para procurar encontrar el equilibrio entre ambas, para poder pasar de una a otra según sea necesario. Entre las cosas específicas que podemos hacer están:
1.- Tener claras nuestras intenciones ya que en ocasiones no se trata de una cuestión de capacidad sino de motivación.
2.- Cuando tomemos o comuniquemos una decisión que impacta en otras personas pensar las implicaciones personales potenciales de la misma y dedicar tiempo a la atención de estos aspectos relacionales además de a los técnicos.
Publicado por Isabel Carrasco en 13:25
miércoles, 17 de junio de 2020
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