El trabajo en equipo, la mejor receta para terminar en la “B”.
Por Sebastián Campanario.
Economía Insólita.
Las desventajas del pensamiento grupal en la toma de decisiones |
Ya están advertidos. Atención Jorge Valdano, Carlos Bianchi, Cachito Vigil y sobrevivientes de la tragedia de Los Andes: la próxima vez que ponderen las bondades del “trabajo en equipo” frente a un auditorio de empresarios o ejecutivos, hagan un par de correcciones en su power point.
Para empezar, borren donde dice que “dos (o tres, o cuatro, o infinitas) cabezas piensan mejor que una”. Porque es mentira.
Al menos en lo que se refiere a toma de decisiones y creatividad, el “pensamiento grupal” (“groupthinking”) pasó a estar en la picota para economistas, psicólogos y gurúes de negocios. Si la economía del comportamiento siembra cada día más dudas sobre la racionalidad de las decisiones individuales, a nivel grupal los sesgos y desvíos cognitivos no hacen otra cosa que acentuarse.
“Hay muchos factores, pero el ego -querer lucirse frente a un jefe o un compañero- hace estragos en este tipo de situaciones”, explica Gastón Francese, especialista en Teoría de la Decisión de Tandem y profesor de la UBA, “sobre todo cuando alguien pone a su ego por encima del beneficio por una decisión de la empresa”.
Los estudios pioneros sobre “pensamiento grupal” pertenecen a James Stoner, un graduado del MIT, y se hicieron a principios de los 60. Stoner descubrió que mezclando personas con distinta aversión al riesgo, la decisión del conjunto tendía a ser mucho más riesgosa que la del promedio de los individuos.
Un “efecto asamblea”, por ejemplo, hace que tengan más motivación a hablar los más osados, mientras que una mayoría silenciosa de “tibios” permanece callada. Resultado: se determina ir a una huelga invocando la voz de la asamblea, cuando en realidad la voluntad colectiva promedio era otra y no se explicitó en la reunión.
Estudios posteriores al de Stoner mostraron que los grupos producen una “polarización” en las decisiones: llevan la toma de riesgo o el conservadurismo al extremo. Y no es la única contra: comparados con los individuos, los grupos tienden a ser más dogmáticos y más propensos a justificar actitudes irracionales.
“En las empresas, todo empeora cuando se usan modelos competitivos de toma de decisiones en lugar de aplicar esquemas colaborativos”, sigue Francese.
Viente años antes que Stoner, en la década del 40, el publicitario Alex Osborn popularizó el modelo de “brainstorming”: convenció (con éxito) al mundo corporativo de que juntando un grupo de gente con un set de reglas simples (como no criticar las propuestas) surgirían el doble de ideas que a nivel individual.
Los estudios más recientes demostraron que las promesas de este método fueron, al menos, exageradas.
En otras palabras, el trabajo en equipo puede ser un pasaje a directo a la “B”. Así que la próxima vez que la maestra le comente que su hijo/hija se aisla y rehuye las actividades grupales, relájese: tal vez se trate de un proyecto de CEO exitoso para el 2030.
Agosto 2, 2010 | Por scampanario |
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Fuente: Economía Insólita
Imagen: Diverse thinking
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