Las 5 leyes fundamentales de la estupidez humana, según Cipolla.
Por Jennifer Delgado.
Hablemos de Liderazgo.
Las 5 leyes fundamentales y 3 causantesde la estupidez humana. |
“Los estúpidos son más temibles que la mafia, que el complejo industrial-militar o que la Internacional Comunista. Son un grupo no organizado, sin jefe ni norma alguna, pero que pese a ello actúa en perfecta sintonía, como guiado por una mano invisible."
“Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá al improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida y el trabajo, hacerte perder dinero, tiempo, buen humor, productividad, y todo esto sin malicia, sin remordimientos y sin razón. Estúpidamente”.
Son las palabras del famoso profesor de historia económica Carlo Cipolla, quien impartió clases en la Universidad de Pavía y la Universidad de Berkeley y publicó trabajos académicos en los que analizaba la superpoblación a lo largo de la historia pero que ha pasado a la posteridad gracias a su “Teoría de la Estupidez”, condensada en su libro “Allegro, ma non troppo”, un tratado sobre la estupidez humana con tintes satíricos.
Que existen personas estúpidas no es una novedad. Pero Cipolla estaba convencido de que subestimamos su número e influencia en nuestras vidas y en la sociedad. Afirmaba que “cualquier estimación numérica resultaría ser una subestimación”.
Basta pensar, por ejemplo, en esas personas que habíamos catalogado como inteligentes pero que de repente comienzan a comportarse de manera insensata y obtusa. O basta salir a la calle para constatar cómo muchas personas se empeñan en obstaculizarnos, sin ninguna razón aparente más que la estupidez.
Cipolla estaba convencido de que la estupidez era una característica más, como tener el cabello rubio o los ojos negros. Por tanto, se encuentra distribuida en todos los círculos de la sociedad en una proporción más o menos similar.
Cita un estudio sobre el nivel de estupidez en los cuatro grandes estratos que componen las universidades: bedeles, empleados, estudiantes y docentes. En ese análisis se comprobó que la distribución de la estupidez era uniforme, sin importar cuánto ascendiéramos en el nivel educativo.
“Tanto si uno se dedica a frecuentar los círculos elegantes como si se refugia entre los cortadores de cabezas de la Polinesia, si se encierra en un monasterio o decide pasar el resto de su vida en compañía de mujeres hermosas, persiste el hecho de que deberá siempre enfrentarse al mismo porcentaje de gente estúpida”, concluyó.
Cipolla no consideraba la estupidez como una cuestión de cociente intelectual, sino más bien de falta de inteligencia relacional. Parte de la idea de que al relacionarnos podemos obtener beneficios y proporcionar beneficios a los demás o, al contrario, podemos causarnos perjuicios o causar daños a los demás. Una persona estúpida es aquella que daña a los demás y a menudo también a sí misma.
Su comportamiento es irracional y difícil de entender, pero es probable que recuerdes a más de una persona que te obstaculizó el camino generando dificultades, frustraciones y perjuicios, aunque no ganase absolutamente nada con ello.
Según su teoría de la estupidez humana, “existen personas que, con sus inversosímiles acciones, no solo causan daños a otras personas, sino también a sí mismas. Estas personas pertenecen al género de los superestúpidos”.
Según Cipolla, olvidamos continuamente el peligro que representan las personas estúpidas. Afirma que “los estúpidos son peligrosos y funestos porque a las personas razonables les resulta difícil imaginar y entender un comportamiento estúpido”.
Generalmente su ataque nos toma por sorpresa e incluso cuando lo sufrimos, nos resulta difícil organizar una defensa racional porque el ataque en sí mismo carece de racionalidad. Al subestimar su poder, nos quedamos vulnerables y, por ende, a merced de su imprevisibilidad.
También podemos caer en el error de pensar que una persona estúpida solo puede hacerse daño a sí misma, que somos inmunes a sus acciones, pero con este pensamiento confundimos la candidez con la estupidez y, al creernos invulnerables, bajamos nuestras defensas.
“Todos los seres humanos están incluidos en cuatro categorías fundamentales: los incautos, los inteligentes, los malvados y los estúpidos […] La persona inteligente sabe que es inteligente. El malvado es consciente de que es un malvado. El incauto está penosamente imbuido del sentido de su propia candidez.
Al contrario que todos estos personajes, el estúpido no sabe que es estúpido. Esto contribuye a dar mayor fuerza, incidencia y eficacia a su acción devastadora. El estúpido no está inhibido por la autoconciencia”, escribió Cipolla para perfilar la última ley fundamental de la estupidez humana.
“Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá al improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida y el trabajo, hacerte perder dinero, tiempo, buen humor, productividad, y todo esto sin malicia, sin remordimientos y sin razón. Estúpidamente”.
Son las palabras del famoso profesor de historia económica Carlo Cipolla, quien impartió clases en la Universidad de Pavía y la Universidad de Berkeley y publicó trabajos académicos en los que analizaba la superpoblación a lo largo de la historia pero que ha pasado a la posteridad gracias a su “Teoría de la Estupidez”, condensada en su libro “Allegro, ma non troppo”, un tratado sobre la estupidez humana con tintes satíricos.
Las 5 leyes fundamentales de la estupidez humana
1. Siempre e inevitablemente, cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo.
Que existen personas estúpidas no es una novedad. Pero Cipolla estaba convencido de que subestimamos su número e influencia en nuestras vidas y en la sociedad. Afirmaba que “cualquier estimación numérica resultaría ser una subestimación”.
Basta pensar, por ejemplo, en esas personas que habíamos catalogado como inteligentes pero que de repente comienzan a comportarse de manera insensata y obtusa. O basta salir a la calle para constatar cómo muchas personas se empeñan en obstaculizarnos, sin ninguna razón aparente más que la estupidez.
2. La probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona.
Cipolla estaba convencido de que la estupidez era una característica más, como tener el cabello rubio o los ojos negros. Por tanto, se encuentra distribuida en todos los círculos de la sociedad en una proporción más o menos similar.
Cita un estudio sobre el nivel de estupidez en los cuatro grandes estratos que componen las universidades: bedeles, empleados, estudiantes y docentes. En ese análisis se comprobó que la distribución de la estupidez era uniforme, sin importar cuánto ascendiéramos en el nivel educativo.
“Tanto si uno se dedica a frecuentar los círculos elegantes como si se refugia entre los cortadores de cabezas de la Polinesia, si se encierra en un monasterio o decide pasar el resto de su vida en compañía de mujeres hermosas, persiste el hecho de que deberá siempre enfrentarse al mismo porcentaje de gente estúpida”, concluyó.
3. Una persona estúpida es aquella que causa daño a otra persona o grupo sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí o incluso causándose un prejuicio.
Cipolla no consideraba la estupidez como una cuestión de cociente intelectual, sino más bien de falta de inteligencia relacional. Parte de la idea de que al relacionarnos podemos obtener beneficios y proporcionar beneficios a los demás o, al contrario, podemos causarnos perjuicios o causar daños a los demás. Una persona estúpida es aquella que daña a los demás y a menudo también a sí misma.
Su comportamiento es irracional y difícil de entender, pero es probable que recuerdes a más de una persona que te obstaculizó el camino generando dificultades, frustraciones y perjuicios, aunque no ganase absolutamente nada con ello.
Según su teoría de la estupidez humana, “existen personas que, con sus inversosímiles acciones, no solo causan daños a otras personas, sino también a sí mismas. Estas personas pertenecen al género de los superestúpidos”.
4. Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas.
Según Cipolla, olvidamos continuamente el peligro que representan las personas estúpidas. Afirma que “los estúpidos son peligrosos y funestos porque a las personas razonables les resulta difícil imaginar y entender un comportamiento estúpido”.
Generalmente su ataque nos toma por sorpresa e incluso cuando lo sufrimos, nos resulta difícil organizar una defensa racional porque el ataque en sí mismo carece de racionalidad. Al subestimar su poder, nos quedamos vulnerables y, por ende, a merced de su imprevisibilidad.
También podemos caer en el error de pensar que una persona estúpida solo puede hacerse daño a sí misma, que somos inmunes a sus acciones, pero con este pensamiento confundimos la candidez con la estupidez y, al creernos invulnerables, bajamos nuestras defensas.
5. La persona estúpida es la más peligrosa que existe.
“Todos los seres humanos están incluidos en cuatro categorías fundamentales: los incautos, los inteligentes, los malvados y los estúpidos […] La persona inteligente sabe que es inteligente. El malvado es consciente de que es un malvado. El incauto está penosamente imbuido del sentido de su propia candidez.
Al contrario que todos estos personajes, el estúpido no sabe que es estúpido. Esto contribuye a dar mayor fuerza, incidencia y eficacia a su acción devastadora. El estúpido no está inhibido por la autoconciencia”, escribió Cipolla para perfilar la última ley fundamental de la estupidez humana.
Cipolla representa en este gráfico los 4 tipos de personas teniendo en
cuenta a quién benefician o perjudican sus comportamientos:
Y nos alerta además de que “algunos estúpidos causan normalmente solo perjuicios limitados, pero hay otros que llegan a ocasionar daños terribles, no ya a uno o dos individuos, sino a comunidades o sociedades enteras.
La capacidad de hacer daño que tiene una persona estúpida depende de […] la posición de poder o de autoridad que ocupa en la sociedad”.
¿Cómo protegerse de la estupidez humana?
“La inteligencia y la estupidez no son lo contrario una de la otra, ni la estupidez es la falta de inteligencia, sino que la inteligencia es el producto, mas o menos fracasado, de una serie continuada de intentos para dominar, o escapar, a la estupidez constitutiva de todo lo humano”, escribió Matthijs Van Boxsel.
Más allá de etiquetar a las personas, es importante comprender los riesgos que representa la estupidez. En realidad, todos podemos comportarnos de manera estúpida, si no medimos el alcance de nuestras acciones o palabras. Si no desarrollamos un pensamiento crítico y nos olvidamos de la necesaria instrospección, podemos convertirnos en víctimas de la estupidez, sufriéndola o ejerciéndola.
Un estudio muy interesante realizado en la Universidad Eötvös Loránd nos da otras pistas para ganar en autoconciencia al determinar las 3 causas de la estupidez humana:
1. Ignorancia o exceso de confianza.
Sería el grado de estupidez más elevado y aparece en las personas que asumen riesgos de cualquier tipo, aunque carecen de las habilidades o conocimientos necesarios para afrontarlos.2. Falta de control.
Es un grado medio de estupidez que corresponde con las personas impulsivas, que carecen de autocontrol y actúan dejándose llevar por el primer impulso.3. Distracción.
Sería el grado más leve de estupidez, que se manifiesta en quienes no logran realizar algo debido a que no ponen atención o no destinan los recursos suficientes, esforzándose inútilmente.Fuentes:
- Acze, B. et. Al. (2015) What is stupid? People’s conception of unintelligent behavior. Intelligence; 53: 51-58.
- Cipolla, C. M. (1988) Allegro ma non troppo. Barcelona: Crítica.
Por Jennifer Delgado
Abril 12, 2019
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Jennifer Delgado Suárez
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Fuente: Hablemos de Liderazgo
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De la misma autora: Jennifer Delgado
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