Inteligencia Estratégica. ¿Existe algo que pueda llamarse así?
Por Carlos Nava Condarco.
Emprendices.
La Inteligencia Estratégica: Las 5 bases para el pensamiento estratégico. |
La Inteligencia Estratégica existe. Y se diferencia en aspectos muy concretos del Pensamiento Estratégico y otras consideraciones relacionadas a la Estrategia.
Pensar estratégicamente es un hito que se alcanza luego de haber desarrollado Inteligencia Estratégica. El Pensamiento está vinculado a las rutinas mentales, y desde allí se encuentra más cerca de la acción. Mientras que la Inteligencia es un estado, el pensamiento es Dinámica.
Quién piensa estratégicamente actúa aplicando Principios Estratégicos. Pero esto no se consigue si primero no hay Inteligencia Estratégica.
La Inteligencia en general es “una Facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad”.
La secuencia que plantea el concepto es de mucha importancia:
Pero para llegar a ése punto es necesario primero aprender, entender, razonar y tomar decisiones con lógica estratégica.
La Inteligencia Estratégica es un activo intelectual que todos debieran tener. No es algo que le está reservado a nadie en particular. No tiene nada que ver con el ámbito militar, el de negocios o el mundo del deporte competitivo.
Para encarar un Conflicto, en el ámbito que sea, se precisa Inteligencia Estratégica. Ésa es la forma de resolverlo al menor costo y con la mayor efectividad. La Inteligencia convencional aborda los conflictos sin el ingrediente necesario de los Principios Estratégicos que guían todo acto estratégico.
Hay distancia entre la Inteligencia Estratégica y el Pensamiento Estratégico. Puesto que éste último ya le corresponde al estudioso. Pero en la vida cotidiana la primera basta. Es más, basta y sobra.
Porque finalmente la vida está compuesta de un conjunto de pequeños eventos que suceden todos los días, y suman muchos más que los que trata el profesional en Estrategia.
Algo que en realidad es muy prosaico. Al punto que forma parte de consejos y recomendaciones que buena parte de las personas han recibido desde la infancia.
“Más vale maña que fuerza”
De esto se trata finalmente la Estrategia.
Entiéndase por “maña”, destreza o habilidad para hacer algo. Artificio o truco astuto que permite hacer algo mejor o con menos esfuerzo.
La Estrategia está vinculada a la acción. Al acto hábil, astuto. Y ello dirigido siempre a la resolución de un conflicto, de un hecho adverso, de una circunstancia compleja.
Existen muchos caminos para abordar y resolver una situación en particular. Muchos caminos. Éste convencimiento es fundamental, porque en última instancia la mayoría de las personas trabajan su vida evaluando pocas opciones para dar respuesta a las situaciones que enfrentan. Y cuando esto sucede, se concluye por tratarlas con medidas obvias, muchas veces torpes y de pura fuerza.
Las respuestas sutiles y efectivas están siempre por encima de las obvias. Ocultas en el torbellino de pensamientos y emociones que asaltan a la persona que enfrenta un conflicto o resuelve un problema.
Quien quiera desarrollar Inteligencia Estratégica debe aprender a tratar los eventos con la certeza que existen muchas opciones para su solución. Debe construir la pausa mental necesaria para evaluar alternativas, decidir entre ellas y aplicarlas conscientemente.
De esta manera se construye flexibilidad mental, paciencia, tolerancia. Y como efecto, la aplicación de “maña” en lugar de fuerza.
Una cosa fundamental e igualmente muy prosaica:
Que los conflictos, los problemas y las adversidades siempre deben ser abordados con una energía opuesta a la que traen.
La Inteligencia convencional muchas veces “echa leña al fuego” en la gestión de un evento. Se suma a la energía que éste lleva, le da vigor y lo hace crecer. Los contratiempos tienen un alto ingrediente emocional. Y la Inteligencia convencional casi siempre se deja llevar por ello. La razón pocas veces tiene la dinámica de las emociones, su rapidez y contundencia, por esto se encuentra en desventaja el momento de dar las primeras respuestas.
Es cierto que la Inteligencia convencional se encuentra más cerca de la razón que la Inteligencia Emocional, pero ello tampoco quiere decir que la Inteligencia Estratégica sea parte de esta última. En realidad la Inteligencia Estratégica es altamente racional, pero maneja muy bien los ingredientes emocionales. Y en ése sentido honra el universo de la Inteligencia Emocional.
Para el abordaje estratégico de una interacción hay que imprimir ENERGÍA OPUESTA a la que el evento trae.
Esto es algo parecido a la habilidad de “surfear” las olas en el mar. Aprovechar la energía opuesta sin presentar resistencia. “Montarse” sobre ella para llegar al punto que se desea. En algún momento la energía del conflicto mengua y desaparece. Y la persona con Inteligencia Estratégica llega indemne y victoriosa al epílogo inevitable.
Esto de establecer “energías opuestas” aplica también en el sentido inverso. Porque muchas veces el evento llega en estado de laxitud y corresponde aplicar vigor en lugar de pausa. Propiciar la “ola”, para igualmente “surfear” sobre ella hasta llegar al objetivo planificado.
Energía opuesta a la del evento: “paños fríos o paños calientes”, lo que corresponda. Esto permite jugar con el tiempo a favor y planificar la respuesta que se desea. Siempre con el control de la situación que tanto aprecia la Estrategia.
El “software mental” del pensamiento estratégico está definido por los Principios Estratégicos. Estos son un conjunto (innumerable) de conocimientos que el ser humano ha construido como producto de sus experiencias con el Conflicto.
Los Principios Estratégicos son sabiduría milenaria. Conocimiento acumulado desde el principio de los tiempos, en todos los confines del orbe, allí donde el hombre ha enfrentado y vencido la adversidad.
Los Principios Estratégicos le deben mucho a las experiencias de carácter militar que ha tenido la especie desde su aparición en este mundo. Ello es evidente y cierto. Por eso la Estrategia se ha vinculado mucho a ése ámbito. Pero no se restringe a él, más bien emerge desde allí para aplicarse a todo hecho de la vida cotidiana.
Por ejemplo, un Principio Estratégico establece “hacer de la victoria la única opción”, y así condiciona la forma de encarar un evento. Otro plantea que se “actúe de igual forma contando con recursos inferiores o superiores”, y de esta manera determina el desarrollo de habilidades y capacidades de acción.
Hay Principios Estratégicos algo polémicos, como aquel que se le atribuye a Maquiavelo: “el fin justifica los medios”, o los relacionados a las Estratagemas. Todos ellos forman parte de la Inteligencia Estratégica, de éste “software mental” que no tiene ni origen ni propósito moral específico. Puesto que finalmente es el propio hombre quién debe responsabilizarse del móvil que tienen sus acciones.
Curiosamente, en la aplicación de los Principios que emergen de la experiencia milenaria con el Conflicto, la Inteligencia Estratégica concluye conduciendo al individuo a una vida menos comprometida con problemas y situaciones conflictivas. Esto es lógico, puesto que quién más conoce las particularidades y los efectos del Conflicto es el que más valora el hecho de evitarlo o resolverlo al menor costo.
Douglas MacArthur, el general americano decía: “El soldado es el que primero quiere la paz, ya que él es quien debe sufrir y soportar las más profundas heridas y cicatrices de la guerra”.
Quien gobierna los actos de su Vida con Inteligencia Estratégica simplemente se da una oportunidad de navegar con mayor pericia las aguas turbulentas que caracterizan la existencia. No busca los Conflictos como efecto del oficio, sólo está mejor dotado para interactuar con ellos.
Bajo el criterio de ANTICIPAR las respuestas y situaciones que se deriven de las decisiones tomadas.
Esto se conoce como la lógica de la secuencia 1-2-3 en la toma de Decisiones. La Acción (1) se adopta anticipando las respuestas y consecuencias (2), para luego tomar la decisión (3) que es la que lleva la fuerza principal de las intenciones.
Las Decisiones Estratégicas son típicas en los jugadores de ajedrez. Ellos mueven una pieza conociendo por anticipado la respuesta que ello provocará en el adversario, y tienen preparada desde el inicio la próxima jugada. Anticipan la acción del oponente, o más bien la condicionan con el primer movimiento, y tienen preparada la respuesta final.
Así toma decisiones la Inteligencia Estratégica: anticipando siempre las consecuencias de los actos que realiza. Esto no solo tiene mucho de habilidad, también de responsabilidad. Porque atenúa la impulsividad y el apremio para decidir.
En tanto muchos ven en esta forma de actuar, intenciones ocultas o taimadas, el observador objetivo apreciará el sano intento de evitar mayores contratiempos y resolver las cosas al menor costo.
Las Decisiones Impulsivas no son propias de la Inteligencia Estratégica. La búsqueda premeditada del conflicto tampoco. Un Principio Estratégico establece que “aquel que se enoja pierde”. Y otro demanda como primera victoria la que debe alcanzarse sobre el “enemigo interno”, en este caso el propio Yo.
No es fácil tomar Decisiones Estratégicas, porque tampoco es fácil ser paciente, reflexivo y tener autocontrol.
Una que la evalúa siempre bajo el prisma de las infinitas Posibilidades. Siempre existe una respuesta posible. No hay nada que no pueda considerarse o hacerse. Ésa es la realidad que visualiza el pensador estratégico.
Flexibilidad, adaptabilidad, tolerancia, confianza, mente abierta, son ingredientes naturales en el carácter de la persona que tiene Inteligencia Estratégica. La vida es un desafío que hay que vencer. Los obstáculos y las adversidades no son “parte” de la Realidad, ¡son la Realidad! De la misma forma que una tormenta ES la naturaleza administrando sus energías.
Cuando las tormentas o los terremotos son vistos con el lente de la fatalidad en nada aprovechan, más bien subyugan. Cuando son vistos con la naturalidad que tienen, enriquecen el espíritu. Otorgan referencia y posición. La referencia es el valor de la propia Vida. Y la posición, aquella que demanda humildad en el reconocimiento del tamaño del hombre en su relación con la inmensidad del Universo.
Todo es posible en este mundo. La Vida es, en sí misma, una Posibilidad. Esta idea sostiene la Inteligencia Estratégica, o habría que decir con mayor propiedad: ésta es la idea que sostiene al individuo que cultiva una Inteligencia que abreva en las aguas profundas de la Estrategia.
Escrito por Carlos Nava Condarco
8 julio 2019
Quién piensa estratégicamente actúa aplicando Principios Estratégicos. Pero esto no se consigue si primero no hay Inteligencia Estratégica.
La Inteligencia en general es “una Facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad”.
La secuencia que plantea el concepto es de mucha importancia:
- Aprender
- Entender
- Razonar
- Tomar Decisiones
- Formarse una idea determinada de la Realidad
Pero para llegar a ése punto es necesario primero aprender, entender, razonar y tomar decisiones con lógica estratégica.
La Inteligencia Estratégica es un activo intelectual que todos debieran tener. No es algo que le está reservado a nadie en particular. No tiene nada que ver con el ámbito militar, el de negocios o el mundo del deporte competitivo.
La Estrategia es una lógica de gobierno que se fundamenta en el tratamiento del CONFLICTO. Y de esto último todos los seres humanos tienen un poco. Bien en términos de objetivos que desean cumplir, relaciones que sostienen, adversarios que encuentran en el camino, etc.
Hay distancia entre la Inteligencia Estratégica y el Pensamiento Estratégico. Puesto que éste último ya le corresponde al estudioso. Pero en la vida cotidiana la primera basta. Es más, basta y sobra.
Porque finalmente la vida está compuesta de un conjunto de pequeños eventos que suceden todos los días, y suman muchos más que los que trata el profesional en Estrategia.
1. ¿Qué se precisa APRENDER para desarrollar Inteligencia Estratégica?
Algo que en realidad es muy prosaico. Al punto que forma parte de consejos y recomendaciones que buena parte de las personas han recibido desde la infancia.
“Más vale maña que fuerza”
De esto se trata finalmente la Estrategia.
Entiéndase por “maña”, destreza o habilidad para hacer algo. Artificio o truco astuto que permite hacer algo mejor o con menos esfuerzo.
La Estrategia está vinculada a la acción. Al acto hábil, astuto. Y ello dirigido siempre a la resolución de un conflicto, de un hecho adverso, de una circunstancia compleja.
Existen muchos caminos para abordar y resolver una situación en particular. Muchos caminos. Éste convencimiento es fundamental, porque en última instancia la mayoría de las personas trabajan su vida evaluando pocas opciones para dar respuesta a las situaciones que enfrentan. Y cuando esto sucede, se concluye por tratarlas con medidas obvias, muchas veces torpes y de pura fuerza.
Las respuestas sutiles y efectivas están siempre por encima de las obvias. Ocultas en el torbellino de pensamientos y emociones que asaltan a la persona que enfrenta un conflicto o resuelve un problema.
Quien quiera desarrollar Inteligencia Estratégica debe aprender a tratar los eventos con la certeza que existen muchas opciones para su solución. Debe construir la pausa mental necesaria para evaluar alternativas, decidir entre ellas y aplicarlas conscientemente.
De esta manera se construye flexibilidad mental, paciencia, tolerancia. Y como efecto, la aplicación de “maña” en lugar de fuerza.
2. ¿Qué se precisa ENTENDER para desarrollar Inteligencia Estratégica?
Una cosa fundamental e igualmente muy prosaica:
Que los conflictos, los problemas y las adversidades siempre deben ser abordados con una energía opuesta a la que traen.
La Inteligencia convencional muchas veces “echa leña al fuego” en la gestión de un evento. Se suma a la energía que éste lleva, le da vigor y lo hace crecer. Los contratiempos tienen un alto ingrediente emocional. Y la Inteligencia convencional casi siempre se deja llevar por ello. La razón pocas veces tiene la dinámica de las emociones, su rapidez y contundencia, por esto se encuentra en desventaja el momento de dar las primeras respuestas.
Es cierto que la Inteligencia convencional se encuentra más cerca de la razón que la Inteligencia Emocional, pero ello tampoco quiere decir que la Inteligencia Estratégica sea parte de esta última. En realidad la Inteligencia Estratégica es altamente racional, pero maneja muy bien los ingredientes emocionales. Y en ése sentido honra el universo de la Inteligencia Emocional.
Para el abordaje estratégico de una interacción hay que imprimir ENERGÍA OPUESTA a la que el evento trae.
Esto es lo que precisan ENTENDER las personas. El tiempo debe jugar siempre a favor, nunca en contra de quién desea tener el control de la situación. La gestión hábil del tiempo es la que permite dar una respuesta “inteligente”.
Esto es algo parecido a la habilidad de “surfear” las olas en el mar. Aprovechar la energía opuesta sin presentar resistencia. “Montarse” sobre ella para llegar al punto que se desea. En algún momento la energía del conflicto mengua y desaparece. Y la persona con Inteligencia Estratégica llega indemne y victoriosa al epílogo inevitable.
Esto de establecer “energías opuestas” aplica también en el sentido inverso. Porque muchas veces el evento llega en estado de laxitud y corresponde aplicar vigor en lugar de pausa. Propiciar la “ola”, para igualmente “surfear” sobre ella hasta llegar al objetivo planificado.
Energía opuesta a la del evento: “paños fríos o paños calientes”, lo que corresponda. Esto permite jugar con el tiempo a favor y planificar la respuesta que se desea. Siempre con el control de la situación que tanto aprecia la Estrategia.
3. ¿Cómo RAZONA la Inteligencia Estratégica?
El “software mental” del pensamiento estratégico está definido por los Principios Estratégicos. Estos son un conjunto (innumerable) de conocimientos que el ser humano ha construido como producto de sus experiencias con el Conflicto.
Los Principios Estratégicos son sabiduría milenaria. Conocimiento acumulado desde el principio de los tiempos, en todos los confines del orbe, allí donde el hombre ha enfrentado y vencido la adversidad.
Los Principios Estratégicos le deben mucho a las experiencias de carácter militar que ha tenido la especie desde su aparición en este mundo. Ello es evidente y cierto. Por eso la Estrategia se ha vinculado mucho a ése ámbito. Pero no se restringe a él, más bien emerge desde allí para aplicarse a todo hecho de la vida cotidiana.
Por ejemplo, un Principio Estratégico establece “hacer de la victoria la única opción”, y así condiciona la forma de encarar un evento. Otro plantea que se “actúe de igual forma contando con recursos inferiores o superiores”, y de esta manera determina el desarrollo de habilidades y capacidades de acción.
Los Principios Estratégicos son solo “razonamientos” que tienen un tinte especial. Uno dirigido a interactuar ventajosamente con la adversidad o la oposición organizada, hecho que define la existencia de un “adversario”.
Curiosamente, en la aplicación de los Principios que emergen de la experiencia milenaria con el Conflicto, la Inteligencia Estratégica concluye conduciendo al individuo a una vida menos comprometida con problemas y situaciones conflictivas. Esto es lógico, puesto que quién más conoce las particularidades y los efectos del Conflicto es el que más valora el hecho de evitarlo o resolverlo al menor costo.
Douglas MacArthur, el general americano decía: “El soldado es el que primero quiere la paz, ya que él es quien debe sufrir y soportar las más profundas heridas y cicatrices de la guerra”.
Quien gobierna los actos de su Vida con Inteligencia Estratégica simplemente se da una oportunidad de navegar con mayor pericia las aguas turbulentas que caracterizan la existencia. No busca los Conflictos como efecto del oficio, sólo está mejor dotado para interactuar con ellos.
4. ¿Cómo TOMA DECISIONES la Inteligencia Estratégica?
Bajo el criterio de ANTICIPAR las respuestas y situaciones que se deriven de las decisiones tomadas.
Esto se conoce como la lógica de la secuencia 1-2-3 en la toma de Decisiones. La Acción (1) se adopta anticipando las respuestas y consecuencias (2), para luego tomar la decisión (3) que es la que lleva la fuerza principal de las intenciones.
Las Decisiones Estratégicas son típicas en los jugadores de ajedrez. Ellos mueven una pieza conociendo por anticipado la respuesta que ello provocará en el adversario, y tienen preparada desde el inicio la próxima jugada. Anticipan la acción del oponente, o más bien la condicionan con el primer movimiento, y tienen preparada la respuesta final.
Así toma decisiones la Inteligencia Estratégica: anticipando siempre las consecuencias de los actos que realiza. Esto no solo tiene mucho de habilidad, también de responsabilidad. Porque atenúa la impulsividad y el apremio para decidir.
En tanto muchos ven en esta forma de actuar, intenciones ocultas o taimadas, el observador objetivo apreciará el sano intento de evitar mayores contratiempos y resolver las cosas al menor costo.
Las Decisiones Impulsivas no son propias de la Inteligencia Estratégica. La búsqueda premeditada del conflicto tampoco. Un Principio Estratégico establece que “aquel que se enoja pierde”. Y otro demanda como primera victoria la que debe alcanzarse sobre el “enemigo interno”, en este caso el propio Yo.
No es fácil tomar Decisiones Estratégicas, porque tampoco es fácil ser paciente, reflexivo y tener autocontrol.
5. ¿Qué IDEA DE LA REALIDAD se forma la Inteligencia Estratégica?
Una que la evalúa siempre bajo el prisma de las infinitas Posibilidades. Siempre existe una respuesta posible. No hay nada que no pueda considerarse o hacerse. Ésa es la realidad que visualiza el pensador estratégico.
Flexibilidad, adaptabilidad, tolerancia, confianza, mente abierta, son ingredientes naturales en el carácter de la persona que tiene Inteligencia Estratégica. La vida es un desafío que hay que vencer. Los obstáculos y las adversidades no son “parte” de la Realidad, ¡son la Realidad! De la misma forma que una tormenta ES la naturaleza administrando sus energías.
Cuando las tormentas o los terremotos son vistos con el lente de la fatalidad en nada aprovechan, más bien subyugan. Cuando son vistos con la naturalidad que tienen, enriquecen el espíritu. Otorgan referencia y posición. La referencia es el valor de la propia Vida. Y la posición, aquella que demanda humildad en el reconocimiento del tamaño del hombre en su relación con la inmensidad del Universo.
Todo es posible en este mundo. La Vida es, en sí misma, una Posibilidad. Esta idea sostiene la Inteligencia Estratégica, o habría que decir con mayor propiedad: ésta es la idea que sostiene al individuo que cultiva una Inteligencia que abreva en las aguas profundas de la Estrategia.
Escrito por Carlos Nava Condarco
8 julio 2019
Datos del autor
Carlos Eduardo Nava Condarco, natural de Bolivia, reside en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, es Administrador de Empresas y Empresario. Actualmente se desempeña como Gerente de su Empresa, Consultor de Estrategia de Negocios y Desarrollo Personal, escritor y Coach de Emprendedores.
Autor de varios libros sobre Emprendimiento, Estrategia de Negocios y Desarrollo Personal., entre ellos:
“Emprender es una forma de Vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora”
WEB: www.elstrategos.com
Mail: carlosnava@elstrategos.com
Facebook: Carlos Nava Condarco – El Strategos
Twitter: @NavaCondarco
Licencia:
No especificada.
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Fuente: Emprendices
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Del mismo autor: Carlos Nava Condarco
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