Bloqueos Psicológicos en la Toma de Decisiones.
Por Olivia Villoria Quijada.
Psicología Online.
17 barreras y bloqueos psicológicos a la toma de decisiones |
Los principales obstáculos o bloqueos psicológicos provocan perjuicios en todas las áreas vitales y, en especial, en el proceso de toma de decisiones. Son inconscientes, generalmente actúan juntos y se nutren unos a otros lo cual, no obstante, trae la ventaja de que al superar uno o varios de ellos se puede enfrentar a los demás.
Rubin (1986) presenta 17
bloqueos u obstáculos; a algunos de ellos les hemos cambiado un poco la
denominación para facilitar su comprensión.
1. Pérdida de contacto con los propios sentimientos:
Se refiere a la incapacidad para
sentir y expresar sentimientos y emociones de amor, alegría, rabia, tristeza,
miedo. Es un proceso inconsciente que comienza a edades muy tempranas y
evoluciona progresivamente a medida que nos hacemos mayores.
Por lo general, surge en ambientes
abiertamente hostiles y rechazantes, que sabotean el bienestar y la autoestima
personal. Muchas veces se expresa a través de mensajes directos o indirectos
del tipo “Los hombres no lloran” o “No te rías tan alto”, por ejemplo.
”No quiero, no quiero // échamelo
en el sombrero” es un dicho margariteño que revela la dificultad para expresar
claramente que algo nos gusta o que lo anhelamos, que decimos una cosa pero
hacemos otra. Todo lo contrario de “El que quiere besar busca la boca”, que
indica que la motivación nos impele a hacer algo.
En síntesis, en la medida en que
desconocemos o no tomamos en serio nuestros sentimientos, saboteamos nuestro
proceso de toma de decisiones porque, aunque muchas veces el mismo es racional,
no cabe duda de que el afecto ejerce un rol importante.
2. Evitación de los problemas y de la ansiedad, con la finalidad de no experimentar sufrimiento:
El refrán “Más vale malo conocido
que bueno por conocer” ilustra este obstáculo psicológico.
Las personas que lo sufren
consideran que las opciones y elecciones, al ofrecer una posibilidad de cambio,
constituyen una amenaza a la comodidad de lo que resulta familiar . Es probable
que cualquier intento de elección conlleve una carga enorme de ansiedad pero,
en cuanto se comienza a adoptar decisiones por pequeñas que sean, la persona se
da cuenta de que las terribles consecuencias que imaginaba no han ocurrido.
Luego, cuando empieza a participar
más activamente en su vida -y no como mero espectador- el compromiso ya no
resulta tan amenazante y las escogencias se hacen más provechosas y más fáciles
de realizar.
3. Carencia de una escala de valores:
Alude al desconocimiento de las
cosas que son importantes o no, lo cual incide en lo que apreciamos, cómo
utilizamos nuestro tiempo y energía , cuál es nuestro estilo de vida y con qué
clase de personas podemos vivir y trabajar. No conocer nuestros valores es como
si no los tuviéramos. Al evitar la elección se fortalece la carencia de valores
con lo cual las elecciones se hacen cada vez más difíciles, creándose así un
círculo vicioso.
Por el contrario, cada vez que
tomamos una decisión ordenamos los asuntos de nuestra vida de acuerdo con una
determinada escala de valores o prioridades, se fortalece el conocimiento de la
propia personalidad y se facilitan las escogencias posteriores.
4. Escasa autoestima o falta de confianza en sí mismo:
La dificultad para escoger opciones
-en especial cuando se salta constantemente de una alternativa a otra- se debe
por lo general a la convicción inconsciente de que ninguna opción que se elige
es suficientemente buena.
5. Desesperanza, depresión y ansiedad:
Las tres se presentan por lo
general juntas, por lo que Rubin las llama “compañeras de viaje”. Cualquiera
que sea su causa, identificarlas es prioritario ya que afectan no sólo la capacidad
de seleccionar alternativas sino la salud mental en general. Tales problemas
son síntomas de dificultades más profundas y muchas veces requieren de la ayuda
profesional.
6. Idealización o imagen irreal del propio yo:
Muchas personas con baja autoestima
dibujan una imagen idealizada de sí mismas, lo que constituye una forma de
compensación destinada a disimular y contrarrestar la desconfianza personal.
Sin embargo, tal actitud sólo disminuye la autoconfianza y obstaculiza el
proceso de la toma de decisiones ya que ignorar y olvidar las cualidades reales
y, por el contrario, actuar sobre la base de cualidades y talentos
inexistentes, conduce a elecciones erróneas debido a que el juicio se encuentra
distorsionado.
7. Anulación del propio yo, dependencia de los demás y necesidad obsesiva de agradar:
Cada vez que renunciamos a tomar
decisiones anulamos nuestro propio yo, lo que en la práctica se traduce en la
evitación de los conflictos o el rechazo, para no llamar la atención. Esta
forma de afrontar las situaciones de conflicto obstaculiza grandemente la
conducta de elegir, ya que las decisiones que se toman tienden a evitar el
éxito e incluso favorecen el fracaso, ya que éste atrae menos atención y
provoca menos ansiedad.
En cuanto a la dependencia de los
demás, destruye el proceso de escogencia puesto que se eligen las mismas
opciones de los demás o se trata de que los demás lo hagan por nosotros.
Tener una necesidad obsesiva de
agradar a los demás afecta enormemente la escogencia, debido a que no se
satisfacen los propios gustos; en caso de que una decisión acertada desagrade a
otros o sea impopular, la persona la desecha a favor de otra menos adecuada o
se abstiene de elegir.
8. Búsqueda obsesiva del reconocimiento y del primer lugar:
La afición desmesurada por el
reconocimiento da lugar a tomar decisiones erróneas que, a menudo, son la
antítesis del éxito y la felicidad. Las personas con este bloqueo quieren
llamar la atención; prefieren ser admiradas antes que estimadas ya que su
autoestima se basa en las habilidades y destrezas que poseen.
Por debajo de la búsqueda del
reconocimiento tienen escaso amor propio, lo que hace que se sientan obligadas
a proteger éste. Como les asusta el fracaso y la humillación, evitan tomar
decisiones que puedan poner en peligro su orgullo.
9. Perfeccionismo y afán de tenerlo todo:
Consiste en la creencia
inconsciente de que hay situaciones y decisiones perfectas, lo cual conduce a
demoras debido al deseo de tomar decisiones en condiciones perfectas para tener
la seguridad de que el resultado también lo será.
El temor al autodesprecio como
consecuencia de obtener un resultado imperfecto, ejerce un efecto inhibidor y
produce inacción. Es importante aclarar que la búsqueda de la excelencia no es
lo mismo que la búsqueda de perfección, ya que la primera tiene que adaptarse a
criterios realistas; si no, se convierte en la justificación de necesidades
perfeccionistas.
El afán de tenerlo todo es la
creencia inconsciente de que se puede alcanzar un estado perfecto en el que
estén incluídas todas las opciones y, por tanto, evitar las decisiones y los
sacrificios. Este obstáculo conlleva más gasto de dinero, tiempo, energía y
talento, y conduce al fracaso. El refrán “Más vale pájaro en mano que cien
volando” ejemplifica la conducta alternativa más adecuada.
10. Esperanza de cosas mejores, anhelo de lo que no se tiene, desprecio por lo que se tiene, y vivir de ilusiones:
Lo más característico de este
obstáculo son las interminables demoras y esperas, lo cual destruye la
posibilidad de elegir buenas opciones. Las víctimas de este bloqueo esperan una
solución mágica que supere con creces todas las alternativas disponibles.
Anhelar permanentemente lo que no
se tiene y despreciar lo que está al alcance puede originar una acentuada
inactividad, lo cual hace que decisiones que se tomen –si no conllevan un
auténtico compromiso- sean más bien actuaciones superficiales.
Por otra parte, las ilusiones
obligan a vivir en un mundo imaginario y no tienen nada que ver con las ideas
creativas que se podrían llevar a la práctica tomando decisiones acertadas.
Como dice la canción “El que vive de ilusiones se muere de desengaños”.
11. Vivir en la imaginación:
Estrechamente relacionado con vivir
de ilusiones y la esperanza de cosas mejores. El hecho de vivir en la
imaginación nace de profundas carencias y de la necesidad de obtener
compensaciones. Es un bloqueo de la realidad que destruye el presente y elimina
los goces de la existencia cotidiana, impidiendo el éxito en cualquier faceta
de la vida.
12. Temor al auto desprecio que pueda generarse si se toma una decisión errónea:
Las personas que padecen este
bloqueo ponen a menudo de manifiesto una necesidad obsesiva de tener siempre la
razón, en la que subyace una falta de autoconfianza. Al menor asomo de fracaso
–por pequeño que sea- se autodesprecian severamente.
Les asustan las decisiones y se ven
en la imposibilidad de tomarlas por miedo a cometer algún error. Ello se debe a
la acción conjunta del perfeccionismo, las esperanzas exageradas, la necesidad
de reconocimiento y la anulación del yo, los cuales no dejan espacio para la
aceptación de las limitaciones humanas y la probable escogencia de alternativas
equivocadas.
Las víctimas de este bloqueo se
infligen inconscientemente severos castigos en forma de depresiones,
enfermedades psicosomáticas, propensión a accidentes, fracasos múltiples,
relaciones destructivas, insomnio, problemas de apetito, y toda una variedad de
aflicciones.
13. Auto reproches provocados por las exigencias desmedidas:
Este bloqueo nace de las exigencias
y los “contratos internos” que las personas acuerdan inconscientemente consigo
mismas. Toma la forma de “debería”, “podría” y “querría”, utilizados como
reproches o justificaciones posteriores a una conducta determinada. Por
ejemplo: “Yo debería ser el más inteligente”, “Yo podría haber obtenido la
mejor calificación”, “Yo querría haber ganado el concurso”.
Obstaculiza las decisiones,
provocando un estado de parálisis y temor a romper los “contratos”. Además,
puede convertirse en un hábito tan difícil de erradicar que hace que la toma de
decisiones auténticas resulte imposible de realizar.
14. “Ceguera” ante las diversas opciones:
Para que exista una toma de
decisión deben estar disponibles por lo menos dos opciones, pero la persona con
este bloqueo no se da cuenta de las alternativas a su disposición. En la base
de este obstáculo existe una idealización del yo y un temor a los conflictos,
por lo que no se “ven” las opciones que entren en conflicto con esta imagen
idealizada y se rechaza cualquiera que provoque perturbación y ansiedad.
Por lo general, ocurre cuando la
persona se halla sometida a fuertes presiones, en períodos de crisis y en
situaciones de estrés, lo cual hace necesario un aplazamiento provisional
–hasta que la presión se haya reducido- que no tiene que convertirse en una
justificación de interminables dilaciones.
15. Temor y distorsión de la presión del tiempo:
La engañosa creencia de que no hay
tiempo se utiliza a menudo con consecuencias negativas, ya que puede producirse
una acentuada presión y una reacción de temor. Es uno de los principales
obstáculos en el proceso de toma de decisiones, ya que impide hacer uso de los
recursos personales que se necesitan para elegir una alternativa.
Cuando la persona consigue
liberarse del agobio del tiempo, suele desaparecer la ansiedad y puede utilizar
el tiempo provechosamente para analizar y sopesar las opciones, y para
relajarse en caso necesario durante las distintas fases de una elección.
16. Criterios erróneos:
Un criterio acertado, es decir, la
capacidad de evaluar las opciones de forma racional y provechosa, es muy
importante para el éxito en la toma de decisiones. Por el contrario, un
criterio erróneo con frecuencia se debe a un deficiente análisis y a un pobre
desarrollo de las ideas. Los trastornos emocionales, la desesperación, la
euforia, el estrés, y los estados mentales gravemente perturbados deterioran el
criterio de las personas.
Todos los bloqueos discutidos
ejercen, en mayor o menor medida, un efecto perjudicial sobre el criterio
personal, cuya influencia es directamente proporcional a la intensidad de los
mismos. El principal componente del criterio acertado es una visión objetiva de
la realidad y de nosotros mismos, sin la cual nuestra percepción resultará
sesgada, distorsionada.
17. Falta de integración interna o grave desorganización:
Las personas pueden pasar por
períodos breves de trastornos emocionales, durante los cuales no es propicio
hacer elecciones. Pero, cuando se producen trastornos tan pronunciados que
conllevan pensamientos intrusos, intereses conflictivos, ausencia de un fuerte
sentido del yo, carencia de una escala de valores, etc. que impiden la
integración o cohesión de todos los aspectos de una situación, se impone un
tratamiento que pueda influir en el desarrollo de una fuerza integradora
madura.
Esta permitirá que la persona sepa
quién es y qué quiere realmente, estableciendo un orden de prioridades, antes
de estar en condiciones de tomar auténticas decisiones.
En resumen, afirmábamos en
un artículo anterior que para hacer una escogencia adecuada es necesario, entre
otras cosas, recolectar, evaluar y analizar la información sobre nosotros
mismos. Tal información integra no sólo los recursos o potencialidades sino
también las dificultades o limitaciones.
Como hemos podido ver, una de las
dificultades que impiden las decisiones son los bloqueos u obstáculos
psicológicos. Como quiera que es casi imposible luchar contra un enemigo
invisible o desconocido (como lo plantea Rubin) es necesario –mediante la
autoexploración y autoanálisis- conocer los bloqueos, identificarlos y
comprenderlos para actuar en consecuencia.
Ante una situación de toma de
decisiones, algunas preguntas que nos hagamos podrían servir de guía para
ayudar a su identificación: ¿qué siento en este momento?, ¿cómo afecta mi
comodidad?, ¿cuáles cosas son importantes para mi?, ¿las opciones a mi
disposición son suficientemente buenas?, ¿siento una ansiedad incontrolable?,
¿cuáles son mis cualidades reales?,
¿qué pasaría si mi elección no le
gustara, por ejemplo, a mi padre?, ¿cómo me sentiré si me equivoco?, ¿le doy
más importancia a lo que debería hacer que a lo que quiero hacer?, ¿estoy
consciente de las diferentes alternativas a mi alcance?, ¿a menudo pienso que
debo darme prisa?, ¿estoy analizando la realidad objetivamente?, entre otras.
Si se responde afirmativamente a
estas preguntas, la persona puede darse cuenta de que está atrapada en algún
(os) de los bloqueos, lo que constituye un primer paso para abandonar los
hábitos negativos. Como no basta con la toma de conciencia, luego tendrá que
empeñarse en un cambio que le permita el ejercicio de un comportamiento
decisional más eficiente.
Sin embargo, cuando ello no es
suficiente (porque la persona está desorganizada, cuando hay serios problemas
de autoestima, cuando hay trastornos de sentimientos, pensamientos y emociones,
cuando más que un problema de indecisión existe un problema de inseguridad,
etc.) se requiere de la ayuda profesional que puede prestar el orientador,
psicólogo, psiquiatra, o psicoterapeuta, quienes pueden realizar las
intervenciones necesarias para corregir la problemática
Olivia Villoria Quijada
Psicóloga, Magister Scientiarum en Psicología, Profesora Jubilada de la UCV
Correo: oliviavilloria@cantv.net
...............................
Fuente: Psicología Online
Imagen: Indecisive person
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